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Rodrigo Blanco Calderón: «La literatura es la recuperación de lo irrecuperable a través de las palabras»

Por Karen Lentini Gómez

En Simpatía (Barcelona, Alfaguara, 2021), su segunda novela hasta ahora publicada, Rodrigo Blanco Calderón nos presenta una historia sobre la orfandad, el amor a los animales y los reveses de la sangre. En esta obra se narra una realidad cruel en la que la supervivencia parece el único camino, donde las víctimas hacen de los animales otras víctimas frágiles e inocentes, y en la que por encima de la imperante necesidad, de la sevicia o la inconsciencia muchos aún son capaces de elegir el lado bueno de lo humano.

«El drama nace de esa lucha agónica entre la esperanza y la desesperanza, en la que la fe desempeña un papel, me imagino, esencial», afirma Mircea Cărtărescu. ¿A cuál de estos impulsos responde su necesidad de expresión en Simpatía?

En Simpatía hay una tensión constante entre el entorno hostil en el que viven los personajes y sus circunstancias particulares. Al enfocarme en los personajes que tratan de construir un refugio para perros en una ciudad desarticulada y en desbandada como la Caracas que allí represento, quizás sin darme cuenta estaba tratando de buscar un oasis de solidaridad en medio del desastre. Este rasgo algunos lectores lo han encontrado como algo luminoso en mi novela. Para otros lectores, en cambio, solo acentúa la irremediable soledad de tipos como Ulises Kan, el general Ayala o el propio Bolívar.

¿Por qué incluir a Nevado y a Bolívar en esta historia?

La casa donde sucede la mayor parte de la acción en Simpatía tiene rasgos que tomé de la casa de la familia de mi suegro. Ahí hay una vieja y amplia biblioteca, cuyas paredes están cubiertas por numerosos retratos de Bolívar en distintas épocas. Supongo que al utilizar ese espacio en la ficción le di entrada a Bolívar también en la novela. Y puesto que se trataba de una historia de perros, me interesó darle cabida a Nevado, el famoso perro que tuvo el Libertador.

Por lo general, son los personajes principales los que toman el pulso de las novelas. En esta son los secundarios. ¿Explíquenos cómo construyó a Paul?

Al principio, solo tenía a Ulises y a su esposa Paulina. Por alguna razón que no sé explicar desde las primeras líneas el narrador dice que Paulina tiene un hermano gemelo, Paul. Fue como dejar un cabo suelto que se fue cargando de energía a medida que avanzaba la novela. Y al final, este personaje –que aparece muy poco– tiene un rol decisivo. A veces en la vida sucede así: personajes secundarios con respecto a “la trama”, la trama de nuestras vidas, deciden los giros cruciales de la historia.

Ese fondo doliente y nostálgico presente en The Night, Los terneros y en Simpatía ¿se diluirá en sus obras futuras?

La literatura que más me interesa leer y escribir es la trágica, en cualquier sentido que se le quiera dar a esta palabra. No me parece, por otra parte, una excepción, pues eso es la literatura: la recuperación de lo irrecuperable a través de las palabras. Quizás esta idea de la literatura la tengo tan incorporada que no tengo conciencia de ello hasta que me lo preguntan. Nunca he estado demasiado consciente de ese fondo, por lo que me imagino que, como todo lo inconsciente, persistirá.

Ha afirmado que le hubiese gustado ser un escritor divertido. Thomas Nashe, autor satírico inglés, decía, por ejemplo, que la poesía es el tuétano del ingenio. Entonces la novela es…

¿La grasa?

¿Existe algún autor que le haya rememorado algún miedo oculto o le haya hecho presente una debilidad para escribir?

Creo que los autores que me han marcado comparten –todos– un mismo miedo, que es también el mío: el miedo a no poder escribir. Esa debilidad la han transformado en motivo de escritura y eso me ha inspirado, por decirlo así.

Adentrándonos en su experiencia como profesor, ¿ha encontrado algo en el entorno académico que le haya servido como escritor?

Sí, y en varios niveles. La experiencia universitaria y académica me ha dado temas, ambientes y personajes que están muy presentes en mis cuentos y novelas. También, desde el punto de vista de la lectura y la escritura, el haber sido estudiante y profesor universitario me brindó una estructura mental, pues tanto lo vivido como lo leído pueden ser reconstruidos como si fuera una investigación. Esta investigación puede ser policial, mística, familiar, psicológica. Es un modo de nombrar la búsqueda de la verdad.

Me gustaría que definiese su relación con los animales; ¿cree, además, que el amor por ellos es inculcado al igual que el amor por la literatura?

Creo que el amor, en general, es algo inculcado. Si has sido educado con amor hacia las personas, los animales y la literatura es muy probable que seas una persona amorosa con los demás, con los animales y con la literatura. Esto, por supuesto, no siempre se cumple. Si no, no habría tanto dolor en el mundo. No obstante, tengo la impresión de que los actos de bondad superan por mucho a los de maldad. Lo cual genera un efecto extraño pero lógico a su manera: que en la medida en que somos menos malos aumenta nuestra conciencia del dolor y de las injusticias. Y por eso a veces tenemos la impresión de vivir en la más cruel de las épocas, cuando puede que sea justamente lo contrario.

Prodavinci.com

Karen Lentini Gómez, licenciada en Letras, máster en edición. Me gusta la primera letra de mi nombre, y leer a Kafka, pero mi vida es más sencilla que la de sus personajes. Vivo del otro lado de los libros, adivinando el mundo que habita en ellos. Soy esa mujer con sombrero que en la playa siempre está disfrutando de una novela o un grupo de cuentos, y que imagina la conversación que se puede tener con cada una de sus palabras. Blog: Habitantes de escritura https://www.karenlentinigomez.com/

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Por Karen Lentini Gómez

En Simpatía (Barcelona, Alfaguara, 2021), su segunda novela hasta ahora publicada, Rodrigo Blanco Calderón nos presenta una historia sobre la orfandad, el amor a los animales y los reveses de la sangre. En esta obra se narra una realidad cruel en la que la supervivencia parece el único camino, donde las víctimas hacen de los animales otras víctimas frágiles e inocentes, y en la que por encima de la imperante necesidad, de la sevicia o la inconsciencia muchos aún son capaces de elegir el lado bueno de lo humano.

«El drama nace de esa lucha agónica entre la esperanza y la desesperanza, en la que la fe desempeña un papel, me imagino, esencial», afirma Mircea Cărtărescu. ¿A cuál de estos impulsos responde su necesidad de expresión en Simpatía?

En Simpatía hay una tensión constante entre el entorno hostil en el que viven los personajes y sus circunstancias particulares. Al enfocarme en los personajes que tratan de construir un refugio para perros en una ciudad desarticulada y en desbandada como la Caracas que allí represento, quizás sin darme cuenta estaba tratando de buscar un oasis de solidaridad en medio del desastre. Este rasgo algunos lectores lo han encontrado como algo luminoso en mi novela. Para otros lectores, en cambio, solo acentúa la irremediable soledad de tipos como Ulises Kan, el general Ayala o el propio Bolívar.

¿Por qué incluir a Nevado y a Bolívar en esta historia?

La casa donde sucede la mayor parte de la acción en Simpatía tiene rasgos que tomé de la casa de la familia de mi suegro. Ahí hay una vieja y amplia biblioteca, cuyas paredes están cubiertas por numerosos retratos de Bolívar en distintas épocas. Supongo que al utilizar ese espacio en la ficción le di entrada a Bolívar también en la novela. Y puesto que se trataba de una historia de perros, me interesó darle cabida a Nevado, el famoso perro que tuvo el Libertador.

Por lo general, son los personajes principales los que toman el pulso de las novelas. En esta son los secundarios. ¿Explíquenos cómo construyó a Paul?

Al principio, solo tenía a Ulises y a su esposa Paulina. Por alguna razón que no sé explicar desde las primeras líneas el narrador dice que Paulina tiene un hermano gemelo, Paul. Fue como dejar un cabo suelto que se fue cargando de energía a medida que avanzaba la novela. Y al final, este personaje –que aparece muy poco– tiene un rol decisivo. A veces en la vida sucede así: personajes secundarios con respecto a “la trama”, la trama de nuestras vidas, deciden los giros cruciales de la historia.

Ese fondo doliente y nostálgico presente en The Night, Los terneros y en Simpatía ¿se diluirá en sus obras futuras?

La literatura que más me interesa leer y escribir es la trágica, en cualquier sentido que se le quiera dar a esta palabra. No me parece, por otra parte, una excepción, pues eso es la literatura: la recuperación de lo irrecuperable a través de las palabras. Quizás esta idea de la literatura la tengo tan incorporada que no tengo conciencia de ello hasta que me lo preguntan. Nunca he estado demasiado consciente de ese fondo, por lo que me imagino que, como todo lo inconsciente, persistirá.

Ha afirmado que le hubiese gustado ser un escritor divertido. Thomas Nashe, autor satírico inglés, decía, por ejemplo, que la poesía es el tuétano del ingenio. Entonces la novela es…

¿La grasa?

¿Existe algún autor que le haya rememorado algún miedo oculto o le haya hecho presente una debilidad para escribir?

Creo que los autores que me han marcado comparten –todos– un mismo miedo, que es también el mío: el miedo a no poder escribir. Esa debilidad la han transformado en motivo de escritura y eso me ha inspirado, por decirlo así.

Adentrándonos en su experiencia como profesor, ¿ha encontrado algo en el entorno académico que le haya servido como escritor?

Sí, y en varios niveles. La experiencia universitaria y académica me ha dado temas, ambientes y personajes que están muy presentes en mis cuentos y novelas. También, desde el punto de vista de la lectura y la escritura, el haber sido estudiante y profesor universitario me brindó una estructura mental, pues tanto lo vivido como lo leído pueden ser reconstruidos como si fuera una investigación. Esta investigación puede ser policial, mística, familiar, psicológica. Es un modo de nombrar la búsqueda de la verdad.

Me gustaría que definiese su relación con los animales; ¿cree, además, que el amor por ellos es inculcado al igual que el amor por la literatura?

Creo que el amor, en general, es algo inculcado. Si has sido educado con amor hacia las personas, los animales y la literatura es muy probable que seas una persona amorosa con los demás, con los animales y con la literatura. Esto, por supuesto, no siempre se cumple. Si no, no habría tanto dolor en el mundo. No obstante, tengo la impresión de que los actos de bondad superan por mucho a los de maldad. Lo cual genera un efecto extraño pero lógico a su manera: que en la medida en que somos menos malos aumenta nuestra conciencia del dolor y de las injusticias. Y por eso a veces tenemos la impresión de vivir en la más cruel de las épocas, cuando puede que sea justamente lo contrario.

Prodavinci.com

Karen Lentini Gómez, licenciada en Letras, máster en edición. Me gusta la primera letra de mi nombre, y leer a Kafka, pero mi vida es más sencilla que la de sus personajes. Vivo del otro lado de los libros, adivinando el mundo que habita en ellos. Soy esa mujer con sombrero que en la playa siempre está disfrutando de una novela o un grupo de cuentos, y que imagina la conversación que se puede tener con cada una de sus palabras. Blog: Habitantes de escritura https://www.karenlentinigomez.com/

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