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A propósito de Afganistán

Por Daniel Lema Rincón

La aparatosa salida  de Estados Unidos de Afganistán y del resto de potencias occidentales, pone en evidencia varios asuntos en distintos niveles, tanto para la comunidad internacional como para España.

Uno de esos asuntos, es que el liderazgo de Estados Unidos, personificado en su poderío y autonomía militar es indiscutible, determinando las decisiones de todos los demás países que vayan en coalición con el gigante americano.

Así pues, vemos la incapacidad de reacción autónoma por parte de Europa, sin un ejército más allá del de sus países miembros y, cohesionados u organizados dentro de una OTAN que -como otros organismos internacionales-, es mantenido en su mayoría por EEUU.

El tema es complicado y delicado porque la creación de un ejército europeo, supone decisiones no sólo a nivel de número de tropas, sino de organización, logística, reclutamiento, adiestramiento y mantenimiento de dicho ejército; sin contar con la designación de los mandos, rotación de los mismos y demás decisiones de carácter político necesarias para llevar a cabo semejante proyecto.

No olvidemos el tema económico; cada país debería aportar recursos para soportar el funcionamiento de dicho ejército ¿Estará España en capacidad de un gasto de esta magnitud? Recordemos que tenemos una deuda del 200% del PIB en 2020, es decir, debemos el doble de lo que producimos en un año entero; y como nosotros, otros países, así que este tema del ejército europeo lo veo lejano en el tiempo.

Pero más allá de ejércitos comunitarios, tenemos el asunto de los afganos que se quedaron «en el aire», sin suelo o apoyadero vital cuando la retirada occidental se precipitó de la forma en la que lo hizo.

Entre ellos están aquellos que colaboraron con las tropas occidentales y, que en el mejor de los casos pudieron llegar a Kabul, entrar al aeropuerto y salir en un avión militar; en el peor, ni siquiera llegaron a Kabul o al aeropuerto, desvaneciéndose así, sus posibilidades de huída.

Los primeros, han sido arrancados de su país, con el desafío de adaptarse –ellos y sus familias– a una nueva cultura, idioma y costumbres pero con la certeza de una nueva oportunidad.

Los segundos, han sido abandonados, sabiéndose a merced de la venganza de los talibanes y; aún cuando pudieran salvar sus vidas, con la certeza de una condena de atraso y oscuridad en todos los aspectos de la vida.

También están los que son mayoría, aquellos que repartidos a lo largo del país entre distintas tribus y pueblos, o concentrados en algunas ciudades a lo largo de Afganistán, se adaptarán -a la fuerza y por miedo por supuesto- a la nueva realidad más temprano que tarde.

Aquellos que quieran luchar contra los talibanes , saben que probablemente les espere la muerte o, una vida errante y de sacrificios durante muchos años.

Cabría preguntarse, ¿qué hubiera pasado si la retirada se hubiese planificado mejor?, ¿sería mayor el número de personas tratando de salir del país?, ¿sería mayor el caos y el descontrol?

Lo cierto es que al final, EEUU y sus aliados malgastaron miles de millones de dólares, no fueron capaces de desarrollar un sistema democrático en Afganistán y, lo que es peor, minaron la confianza y la credibilidad de occidente ante los ojos de la comunidad internacional.

Estados Unidos dice que no peleará las guerras de aquellos que no están dispuestos a luchar por ellos mismos, y tiene razón, así que no sólo Afganistán, sino muchos otros países e instituciones, deberían verse en este espejo y colocar sus barbas en remojo.

La Unión Europea por su parte, no puede pelear las guerras que los EEUU no quiera pelear porque sencillamente, no tiene cómo -recordemos que el mayor gasto de la OTAN corre por cuenta de los norteamericanos-.

Ya dentro de este entorno de guerras lejanas que no se quieren pelear, España pierde.

España pierde no solo por la imagen que da en conjunto como parte de la UE y de occidente o por la incapacidad de gestionar la salida de todos los afganos que ayudaron a las tropas españolas durante la misión, sino por las consecuencias que esto traerá en nuestra relación con Marruecos.

Aún cuando es pronto para saberlo, Afganistán se convertirá muy probablemente en refugio del Estado Islámico -ISIS-, quienes ven a España como un objetivo militar, lo que va a acrecentar la amenaza terrorista contra nuestro país.

Y aquí entra Marruecos, pieza fundamental en el ámbito de la inteligencia para la lucha contra el terrorismo islámico para España.

  • Luego de la tensión ocasionada por el gobierno de Pedro Sánchez con el tema del líder polisario en España para ser tratado de COVID, el rey Mohamed VI habla de nuevas eras y etapas en las relaciones bilaterales, pero claro, incluyendo el tema de la soberanía de Ceuta, Melilla y la delimitación de las aguas territoriales de Canarias, que son ricas en materias primas.

Como podemos ver, no se trata solamente de los afganos que quedaron abandonados o los que han llegado, se trata de las repercusiones que eso pueda traer para el conjunto de la sociedad occidental y en particular para España, no olvidemos que en Francia ya fueron detenidas varias personas que están vinculadas a grupos terroristas entre los refugiados que llegaron de Afganistán.

No seamos tan ingenuos de pensar que a nosotros no nos puede pasar algo parecido, la realidad apremia y es necesario tomar las acciones pertinentes al respecto para garantizar nuestra soberanía y seguridad dentro del mundo que nos ha tocado vivir.

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Uno de esos asuntos, es que el liderazgo de Estados Unidos, personificado en su poderío y autonomía militar es indiscutible, determinando las decisiones de todos los demás países que vayan en coalición con el gigante americano.

Así pues, vemos la incapacidad de reacción autónoma por parte de Europa, sin un ejército más allá del de sus países miembros y, cohesionados u organizados dentro de una OTAN que -como otros organismos internacionales-, es mantenido en su mayoría por EEUU.

El tema es complicado y delicado porque la creación de un ejército europeo, supone decisiones no sólo a nivel de número de tropas, sino de organización, logística, reclutamiento, adiestramiento y mantenimiento de dicho ejército; sin contar con la designación de los mandos, rotación de los mismos y demás decisiones de carácter político necesarias para llevar a cabo semejante proyecto.

No olvidemos el tema económico; cada país debería aportar recursos para soportar el funcionamiento de dicho ejército ¿Estará España en capacidad de un gasto de esta magnitud? Recordemos que tenemos una deuda del 200% del PIB en 2020, es decir, debemos el doble de lo que producimos en un año entero; y como nosotros, otros países, así que este tema del ejército europeo lo veo lejano en el tiempo.

Pero más allá de ejércitos comunitarios, tenemos el asunto de los afganos que se quedaron «en el aire», sin suelo o apoyadero vital cuando la retirada occidental se precipitó de la forma en la que lo hizo.

Entre ellos están aquellos que colaboraron con las tropas occidentales y, que en el mejor de los casos pudieron llegar a Kabul, entrar al aeropuerto y salir en un avión militar; en el peor, ni siquiera llegaron a Kabul o al aeropuerto, desvaneciéndose así, sus posibilidades de huída.

Los primeros, han sido arrancados de su país, con el desafío de adaptarse –ellos y sus familias– a una nueva cultura, idioma y costumbres pero con la certeza de una nueva oportunidad.

Los segundos, han sido abandonados, sabiéndose a merced de la venganza de los talibanes y; aún cuando pudieran salvar sus vidas, con la certeza de una condena de atraso y oscuridad en todos los aspectos de la vida.

También están los que son mayoría, aquellos que repartidos a lo largo del país entre distintas tribus y pueblos, o concentrados en algunas ciudades a lo largo de Afganistán, se adaptarán -a la fuerza y por miedo por supuesto- a la nueva realidad más temprano que tarde.

Aquellos que quieran luchar contra los talibanes , saben que probablemente les espere la muerte o, una vida errante y de sacrificios durante muchos años.

Cabría preguntarse, ¿qué hubiera pasado si la retirada se hubiese planificado mejor?, ¿sería mayor el número de personas tratando de salir del país?, ¿sería mayor el caos y el descontrol?

Lo cierto es que al final, EEUU y sus aliados malgastaron miles de millones de dólares, no fueron capaces de desarrollar un sistema democrático en Afganistán y, lo que es peor, minaron la confianza y la credibilidad de occidente ante los ojos de la comunidad internacional.

Estados Unidos dice que no peleará las guerras de aquellos que no están dispuestos a luchar por ellos mismos, y tiene razón, así que no sólo Afganistán, sino muchos otros países e instituciones, deberían verse en este espejo y colocar sus barbas en remojo.

La Unión Europea por su parte, no puede pelear las guerras que los EEUU no quiera pelear porque sencillamente, no tiene cómo -recordemos que el mayor gasto de la OTAN corre por cuenta de los norteamericanos-.

Ya dentro de este entorno de guerras lejanas que no se quieren pelear, España pierde.

España pierde no solo por la imagen que da en conjunto como parte de la UE y de occidente o por la incapacidad de gestionar la salida de todos los afganos que ayudaron a las tropas españolas durante la misión, sino por las consecuencias que esto traerá en nuestra relación con Marruecos.

Aún cuando es pronto para saberlo, Afganistán se convertirá muy probablemente en refugio del Estado Islámico -ISIS-, quienes ven a España como un objetivo militar, lo que va a acrecentar la amenaza terrorista contra nuestro país.

Y aquí entra Marruecos, pieza fundamental en el ámbito de la inteligencia para la lucha contra el terrorismo islámico para España.

  • Luego de la tensión ocasionada por el gobierno de Pedro Sánchez con el tema del líder polisario en España para ser tratado de COVID, el rey Mohamed VI habla de nuevas eras y etapas en las relaciones bilaterales, pero claro, incluyendo el tema de la soberanía de Ceuta, Melilla y la delimitación de las aguas territoriales de Canarias, que son ricas en materias primas.

Como podemos ver, no se trata solamente de los afganos que quedaron abandonados o los que han llegado, se trata de las repercusiones que eso pueda traer para el conjunto de la sociedad occidental y en particular para España, no olvidemos que en Francia ya fueron detenidas varias personas que están vinculadas a grupos terroristas entre los refugiados que llegaron de Afganistán.

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