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España, entre Venezuela y Europa

Cada vez es más frecuente escuchar cierto paralelismo entre las conexiones ideológicas de España y Venezuela, al propio tiempo que se extiende un ambiente de progresivo deterioro de la imagen internacional de España, que parece alejarse en su gobernanza y economía de los valores de convergencia con Europa.

José Domingo Monforte

Conviene recordar nuestra integración en el Tratado de Lisboa que recoge los valores fundamentales de la Unión Europea, que son: el respeto a la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad y los derechos humanos, junto con la finalidad que los orienta, promover la paz y el bienestar de sus pueblos. Compuesta hoy por 27 países europeos cuyos intereses económicos son coincidentes en el desarrollo y promoción de un mercado único basado en el libre comercio entre sus miembros, con una unión política con frentes activos compartidos desde el clima, el medio ambiente y la salud hasta las relaciones exteriores y la seguridad, pasando por la justicia y la migración… lo que se intenta conseguir en el esfuerzo permanente de aumentar la transparencia de las instituciones que la gobiernan y hacerlas más democráticas.

Es un dato objetivo que se ha logrado el mayor bloque comercial del mundo. Nuestra Unión Europea es la primera exportadora mundial de productos manufacturados y servicios, y el mayor mercado de importación para más de 100 países.

En la otra cara de la moneda y ejemplo de todo lo contrario está Venezuela, con una cronificada crisis política, social y económica, que tiene el mérito de no tener parangón con otra escala regional o global, de ser la peor crisis económica de la historia. Año tras año es considerada, con causa en la situación política y económica, el país con el peor resultado económico en el mundo, según el Índice de Miseria de Bloomberg. Solo el año pasado, el peor de su serie histórica, Venezuela sufrió una merma del 35% del PIB, una cifra sin precedentes recientes para una nación no involucrada en un conflicto armado, con una fuerte hiperinflación, desempleo y una generalizada y subsidiada pobreza. Factores como la devaluación de la moneda, que solo desde marzo ha caído un 82,78% -dato facilitado por su propio Parlamento- o la bajada en poco más de un año del salario mínimo de los ya escandalosos dos dólares mensuales a cubrir un ingreso de apenas 0,92 dólares por mes -que lo sitúa por debajo del mínimo que establece Naciones Unidas como el umbral de miseria- evidencian lo que la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), 2019-2020 ha concluido, que el 96% de los venezolanos son pobres.

Vidas sumidas en la escasez y déficit alimentario y sanitario, reaparición de enfermedades erradicadas, delincuencia e incremento de la mortalidad… Todo ello como consecuencia progresiva de un conjunto de medidas adoptadas por un modelo asistencialista de gobernanza que ha traído como resultado una emigración masiva de un país que, no hace tanto tiempo, lo fuera rico y próspero y que, sin embargo, actualmente está al borde del abismo y entrampado en la pobreza, pese a la abundancia y riqueza de sus recursos naturales.

Desgraciadamente, la política social de nuestro país parece que realice esfuerzos por seguir el modelo de fracaso de Venezuela y alejarse de Europa, generalizando ideas antieuropeistas y encontrando el modelo de asistencialismo y subsidiación como solución para erradicar la riqueza e igualar la pobreza. El control de la instituciones del Estado y de la Fiscalía nadie lo pone ya en duda en este nuestro país, el ataque -en este primer intento fallido- para liquidar la separación de poderes y la independencia judicial que ha horrorizado a Europa, o blanquear momentos muy tristes de nuestro historia con pactos antinatura en democracia pareciera que llevan a un plan que tenga como objetivo demoler el sistema de democracia plena constitucional del 78, por otro movimiento alternativo al neoliberalismo, asistencialista y tutelado que guarda ya demasiadas similitudes con el que sufren nuestros hermanos venezolanos, que no supieron reaccionar a tiempo.

España ha iniciado el camino y ha dado sus primeros pasos para lograr la catástrofe económica, ideológica y social. Ya contamos con el peor resultado no solo en vidas con el coronavirus, sino económico, sólo Venezuela y Perú presentan mayor caída que España entre las 60 principales del mundo, mientras que la Unión Europea ha criticado abiertamente nuestras reglas de déficit y nos sigue ofreciendo fondos de recuperación.

Deberíamos preguntarnos y a la vez concienciarnos de si deseamos tragar o escupir.

No sigamos compitiendo con Venezuela para lograr la pobreza.

Fuente https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/espana-venezuela-europa-20201025235548-ntvo.html

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Conviene recordar nuestra integración en el Tratado de Lisboa que recoge los valores fundamentales de la Unión Europea, que son: el respeto a la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad y los derechos humanos, junto con la finalidad que los orienta, promover la paz y el bienestar de sus pueblos. Compuesta hoy por 27 países europeos cuyos intereses económicos son coincidentes en el desarrollo y promoción de un mercado único basado en el libre comercio entre sus miembros, con una unión política con frentes activos compartidos desde el clima, el medio ambiente y la salud hasta las relaciones exteriores y la seguridad, pasando por la justicia y la migración… lo que se intenta conseguir en el esfuerzo permanente de aumentar la transparencia de las instituciones que la gobiernan y hacerlas más democráticas.

Es un dato objetivo que se ha logrado el mayor bloque comercial del mundo. Nuestra Unión Europea es la primera exportadora mundial de productos manufacturados y servicios, y el mayor mercado de importación para más de 100 países.

En la otra cara de la moneda y ejemplo de todo lo contrario está Venezuela, con una cronificada crisis política, social y económica, que tiene el mérito de no tener parangón con otra escala regional o global, de ser la peor crisis económica de la historia. Año tras año es considerada, con causa en la situación política y económica, el país con el peor resultado económico en el mundo, según el Índice de Miseria de Bloomberg. Solo el año pasado, el peor de su serie histórica, Venezuela sufrió una merma del 35% del PIB, una cifra sin precedentes recientes para una nación no involucrada en un conflicto armado, con una fuerte hiperinflación, desempleo y una generalizada y subsidiada pobreza. Factores como la devaluación de la moneda, que solo desde marzo ha caído un 82,78% -dato facilitado por su propio Parlamento- o la bajada en poco más de un año del salario mínimo de los ya escandalosos dos dólares mensuales a cubrir un ingreso de apenas 0,92 dólares por mes -que lo sitúa por debajo del mínimo que establece Naciones Unidas como el umbral de miseria- evidencian lo que la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), 2019-2020 ha concluido, que el 96% de los venezolanos son pobres.

Vidas sumidas en la escasez y déficit alimentario y sanitario, reaparición de enfermedades erradicadas, delincuencia e incremento de la mortalidad… Todo ello como consecuencia progresiva de un conjunto de medidas adoptadas por un modelo asistencialista de gobernanza que ha traído como resultado una emigración masiva de un país que, no hace tanto tiempo, lo fuera rico y próspero y que, sin embargo, actualmente está al borde del abismo y entrampado en la pobreza, pese a la abundancia y riqueza de sus recursos naturales.

Desgraciadamente, la política social de nuestro país parece que realice esfuerzos por seguir el modelo de fracaso de Venezuela y alejarse de Europa, generalizando ideas antieuropeistas y encontrando el modelo de asistencialismo y subsidiación como solución para erradicar la riqueza e igualar la pobreza. El control de la instituciones del Estado y de la Fiscalía nadie lo pone ya en duda en este nuestro país, el ataque -en este primer intento fallido- para liquidar la separación de poderes y la independencia judicial que ha horrorizado a Europa, o blanquear momentos muy tristes de nuestro historia con pactos antinatura en democracia pareciera que llevan a un plan que tenga como objetivo demoler el sistema de democracia plena constitucional del 78, por otro movimiento alternativo al neoliberalismo, asistencialista y tutelado que guarda ya demasiadas similitudes con el que sufren nuestros hermanos venezolanos, que no supieron reaccionar a tiempo.

España ha iniciado el camino y ha dado sus primeros pasos para lograr la catástrofe económica, ideológica y social. Ya contamos con el peor resultado no solo en vidas con el coronavirus, sino económico, sólo Venezuela y Perú presentan mayor caída que España entre las 60 principales del mundo, mientras que la Unión Europea ha criticado abiertamente nuestras reglas de déficit y nos sigue ofreciendo fondos de recuperación.

Deberíamos preguntarnos y a la vez concienciarnos de si deseamos tragar o escupir.

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Fuente https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/espana-venezuela-europa-20201025235548-ntvo.html

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