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La fuga de película a Madrid de un hombre clave de Juan Guaidó: «Derrotaremos a Nicolás Maduro»


Federico Perez, huido a Madrid por tener una orden de detención de Maduro, en el Parque del Retiro. Javier Martínez

El desafío a Maduro de Federico Pérez, quien considera que el chavismo no se atreve con el presidente encargado, le ha costado la persecución y una huida a la capital española.

Daniel Lozano

acababa de juramentar a principios de enero como presidente de la Asamblea Nacional (AN) y aprovechó que se celebraba el Día de los Reyes Magos para acudir a una humilde parroquia de Punta Mulatos, en Vargas, su tierra natal. Un barrio popular sin agua y abatido por la depresión económica. Allí, dirigiendo el operativo, tanto dentro como fuera de la Iglesia, estaba Federico Pérez (35 años), amigo íntimo del líder opositor desde que eran niños, iban al mismo colegio y jugaban juntos al voleibol. Con él no sólo comparte la misma edad, también los mismos sueños.

Sentado en un banco a escasos metros de la capilla, Pérez observaba cualquier movimiento mientras comentaba los primeros episodios de la batalla que ya había comenzado contra la todopoderosa revolución. En ese momento era imposible vaticinar todo lo que vendría después, aunque uno de los hombres claves del equipo de Guaidó parecía tenerlo muy claro. Hoy, pese al vuelco que ha dado su vida, repite parecidas palabras: «Vamos a derrotar a Maduro. Seguro. Nadie dijo que sería fácil, pero estoy completamente claro que lo vamos a hacer. La esperanza está totalmente intacta, yo sé que vuelvo a mi país pronto».

Pérez ha vivido en primera línea el desafío de Guaidó y del Parlamento democrático contra la revolución bolivariana. Ya fuera burlando a la policía política, subiendo en un coche a Guaidó para salir corriendo más tarde en motocicletas. O buscando apartamentos y hoteles seguros para reuniones y toma de decisiones, incluso coordinando el aterrizaje de helicópteros para atravesar la frontera camino del famoso concierto de Cúcuta.

Un desafío que a él y a su familia le ha costado la persecución y una huida de película hasta Madrid, donde ahora espera para regresar lo antes posible a Caracas. O lo más cerca que pueda de la capital venezolana. «Todos en el equipo de Guaidó estamos perseguidos, no hay distingos. Es como el cáncer: todos lo tenemos, pero a algunos se les activa antes»,resume el hispanovenezolano.

Familiares como Gustavo Guaidó, hermano del presidente encargado, y miembros de su equipo, como Federico, ya están fuera del país. Otros como Roberto Marrero, mano derecha, y Juan Planchar, primo segundo, permanecen encarcelados. Todos los que rodean a Guaidó son objetivo preferente para el chavismo. Todos menos uno, el propio Guaidó:«No creo que se atrevan contra él, supone un costo muy alto para el Gobierno. No creo que pisen esa raya. Sin duda, el pueblo defendería a su presidente, eso sin contar la reacción de nuestros aliados en el mundo».

Exilio es una palabra que rechina en sus oídos, le cuesta hasta pronunciarla. «El destino de los que confrontamos a Maduro no es el exilio. Estoy aquí por mi doble nacionalidad, pero mi destino real es acabar con el régimen. Y desde aquí sigo trabajando para eso», asegura a EL MUNDO en la primera entrevista concedida tras huir de Venezuela.

Agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y de las FAES, fuerzas especiales de la Policía Nacional Bolivariana acusadas por la ONU y por Amnistía Internacional de cometer ejecuciones selectivas, le persiguieron pisándole los talones hasta la misma frontera. En la operación contra Pérez, realizada a finales de marzo, primero tomaron los alrededores de su edificio en Caraballeda, en la costa de Vargas. «Envié a mi mujer, mi hijo (el domingo cumple un año) y mi suegra a un refugio que había establecido previamente. También allanaron el hotel Paseo (cuartel general en aquellos momentos), pero ya mis equipos habían salido de allí. Estuve seis días escondido en un apartamento de seguridad, sin salir, ‘enconchado’ como decimos en Venezuela, esperando que mi familia saliera del país para estar más tranquilo», rememora Pérez.

Al séptimo día, el colaborador de Guaidó se trasladó hasta el aeropuerto privado de Caracas, en Charallave. Allí pasó la noche dentro de una avioneta y en la mañana voló hasta un aeropuerto local cercano a la frontera. «La fuga fue por la frontera, corriendo, persiguiéndome. Logré evadir esos controles gracias a unos amigos importantes (de Colombia) que ayudan siempre», explica. Ya en Colombia y más tarde en el Caribe completó las misiones que le encargó «mi presidente».

«¿Si hubiera fracasado? Ahora estaría preso, en el Sebin o en Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Me hubiesen torturado…», asegura sin alivio pocas horas después de que nuevas imágenes obtenidas por un teniente de la Dgcim que huyó de Venezuela aporten más pruebas sobre los malos tratos y torturas en su sede de Boleíta.

Pese a tales contratiempos, Pérez permanece tan firme como convencido: «Veo a Juan como un hermano, como un líder y como un valiente. El tipo es un héroe, está metido en este lío por Venezuela. Y así lo vemos los que trabajamos con él, como un líder y como un carajo firme, fuerte, inteligente y brillante», afirma contundente.

El chavismo celebró ayer el primer aniversario de la «victoria popular» de Maduro. Y lo hizo como acostumbra, llevando a sus seguidores a las calles y clamando en sus medios revolucionarios que su líder está más fuerte que nunca. Tanto que incluso ganó a sus generales un partido de béisbol bolivariano, celebrado el domingo pasado.

«¡Nadie lo saca ‘out’ (fuera)!», gritó el diario ‘Correo’ del Orinoco en su edición de ayer, lo que vuelve a poner sobre la mesa una de las grandes preguntas que todavía flota en el mundo opositor acerca de cuál era la jugada clave del equipo de Guaidó para conseguir el tan buscado «cese de la usurpación», primer ingrediente de una receta (gobierno de transición y elecciones democráticas) que todos ellos saben de carrerilla.

Es la única pregunta cuya respuesta elude el activista opositor, que no milita en Voluntad Popular, partido creado por el ex prisionero político Leopoldo López y del que sí forma parte Guaidó: «No lo puedo hacer público, no lo puedo revelar. Pero el tiempo juega un papel fundamental y yo no veo tan firme a Maduro. Veo a un Maduro derrotado, que no puede caminar por las calles de Caracas como sí lo hace Juan. Y además con colas inmensas para surtir gasolina en un país petrolero. Es una cuestión de tiempo. Creo en Juan firmemente y voy con Juan hasta el final.»

Fuente
https://www.elmundo.es/internacional/2019/05/21/5ce2eb7bfc6c838d478b459f.html

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Daniel Lozano

acababa de juramentar a principios de enero como presidente de la Asamblea Nacional (AN) y aprovechó que se celebraba el Día de los Reyes Magos para acudir a una humilde parroquia de Punta Mulatos, en Vargas, su tierra natal. Un barrio popular sin agua y abatido por la depresión económica. Allí, dirigiendo el operativo, tanto dentro como fuera de la Iglesia, estaba Federico Pérez (35 años), amigo íntimo del líder opositor desde que eran niños, iban al mismo colegio y jugaban juntos al voleibol. Con él no sólo comparte la misma edad, también los mismos sueños.

Sentado en un banco a escasos metros de la capilla, Pérez observaba cualquier movimiento mientras comentaba los primeros episodios de la batalla que ya había comenzado contra la todopoderosa revolución. En ese momento era imposible vaticinar todo lo que vendría después, aunque uno de los hombres claves del equipo de Guaidó parecía tenerlo muy claro. Hoy, pese al vuelco que ha dado su vida, repite parecidas palabras: «Vamos a derrotar a Maduro. Seguro. Nadie dijo que sería fácil, pero estoy completamente claro que lo vamos a hacer. La esperanza está totalmente intacta, yo sé que vuelvo a mi país pronto».

Pérez ha vivido en primera línea el desafío de Guaidó y del Parlamento democrático contra la revolución bolivariana. Ya fuera burlando a la policía política, subiendo en un coche a Guaidó para salir corriendo más tarde en motocicletas. O buscando apartamentos y hoteles seguros para reuniones y toma de decisiones, incluso coordinando el aterrizaje de helicópteros para atravesar la frontera camino del famoso concierto de Cúcuta.

Un desafío que a él y a su familia le ha costado la persecución y una huida de película hasta Madrid, donde ahora espera para regresar lo antes posible a Caracas. O lo más cerca que pueda de la capital venezolana. «Todos en el equipo de Guaidó estamos perseguidos, no hay distingos. Es como el cáncer: todos lo tenemos, pero a algunos se les activa antes»,resume el hispanovenezolano.

Familiares como Gustavo Guaidó, hermano del presidente encargado, y miembros de su equipo, como Federico, ya están fuera del país. Otros como Roberto Marrero, mano derecha, y Juan Planchar, primo segundo, permanecen encarcelados. Todos los que rodean a Guaidó son objetivo preferente para el chavismo. Todos menos uno, el propio Guaidó:«No creo que se atrevan contra él, supone un costo muy alto para el Gobierno. No creo que pisen esa raya. Sin duda, el pueblo defendería a su presidente, eso sin contar la reacción de nuestros aliados en el mundo».

Exilio es una palabra que rechina en sus oídos, le cuesta hasta pronunciarla. «El destino de los que confrontamos a Maduro no es el exilio. Estoy aquí por mi doble nacionalidad, pero mi destino real es acabar con el régimen. Y desde aquí sigo trabajando para eso», asegura a EL MUNDO en la primera entrevista concedida tras huir de Venezuela.

Agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y de las FAES, fuerzas especiales de la Policía Nacional Bolivariana acusadas por la ONU y por Amnistía Internacional de cometer ejecuciones selectivas, le persiguieron pisándole los talones hasta la misma frontera. En la operación contra Pérez, realizada a finales de marzo, primero tomaron los alrededores de su edificio en Caraballeda, en la costa de Vargas. «Envié a mi mujer, mi hijo (el domingo cumple un año) y mi suegra a un refugio que había establecido previamente. También allanaron el hotel Paseo (cuartel general en aquellos momentos), pero ya mis equipos habían salido de allí. Estuve seis días escondido en un apartamento de seguridad, sin salir, ‘enconchado’ como decimos en Venezuela, esperando que mi familia saliera del país para estar más tranquilo», rememora Pérez.

Al séptimo día, el colaborador de Guaidó se trasladó hasta el aeropuerto privado de Caracas, en Charallave. Allí pasó la noche dentro de una avioneta y en la mañana voló hasta un aeropuerto local cercano a la frontera. «La fuga fue por la frontera, corriendo, persiguiéndome. Logré evadir esos controles gracias a unos amigos importantes (de Colombia) que ayudan siempre», explica. Ya en Colombia y más tarde en el Caribe completó las misiones que le encargó «mi presidente».

«¿Si hubiera fracasado? Ahora estaría preso, en el Sebin o en Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Me hubiesen torturado…», asegura sin alivio pocas horas después de que nuevas imágenes obtenidas por un teniente de la Dgcim que huyó de Venezuela aporten más pruebas sobre los malos tratos y torturas en su sede de Boleíta.

Pese a tales contratiempos, Pérez permanece tan firme como convencido: «Veo a Juan como un hermano, como un líder y como un valiente. El tipo es un héroe, está metido en este lío por Venezuela. Y así lo vemos los que trabajamos con él, como un líder y como un carajo firme, fuerte, inteligente y brillante», afirma contundente.

El chavismo celebró ayer el primer aniversario de la «victoria popular» de Maduro. Y lo hizo como acostumbra, llevando a sus seguidores a las calles y clamando en sus medios revolucionarios que su líder está más fuerte que nunca. Tanto que incluso ganó a sus generales un partido de béisbol bolivariano, celebrado el domingo pasado.

«¡Nadie lo saca ‘out’ (fuera)!», gritó el diario ‘Correo’ del Orinoco en su edición de ayer, lo que vuelve a poner sobre la mesa una de las grandes preguntas que todavía flota en el mundo opositor acerca de cuál era la jugada clave del equipo de Guaidó para conseguir el tan buscado «cese de la usurpación», primer ingrediente de una receta (gobierno de transición y elecciones democráticas) que todos ellos saben de carrerilla.

Es la única pregunta cuya respuesta elude el activista opositor, que no milita en Voluntad Popular, partido creado por el ex prisionero político Leopoldo López y del que sí forma parte Guaidó: «No lo puedo hacer público, no lo puedo revelar. Pero el tiempo juega un papel fundamental y yo no veo tan firme a Maduro. Veo a un Maduro derrotado, que no puede caminar por las calles de Caracas como sí lo hace Juan. Y además con colas inmensas para surtir gasolina en un país petrolero. Es una cuestión de tiempo. Creo en Juan firmemente y voy con Juan hasta el final.»

Fuente
https://www.elmundo.es/internacional/2019/05/21/5ce2eb7bfc6c838d478b459f.html

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