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Migración venezolana: la diáspora empieza a encontrar las puertas cerradas

Members of the Warao tribe, Venezuela’s second-largest indigenous group, prepare food at the Janokoida shelter where they have been taking refuge in the border city of Pacaraima, Roraima State, Brazil, on August 21, 2018.
Desperate Venezuelans fleeing the country’s crisis continue to cross the Brazilian border, despite the violent anti-migrant riot that took place last week in the border town of Pacaraima. / AFP PHOTO / Mauro PIMENTEL

Diego Vera

La ONU estima que desde 2015 más de 1,6 millones de venezolanos abandonaron su país con el objetivo de buscar un mejor futuro, la mayoría afectados por la grave y sostenida crisis económica del país llanero, que ha llevado a la nación con mayores reservas de crudo del mundo a experimentar una hiperinflación histórica, escasez de alimentos y medicamentos.

Al principio la migración fue liderada por personas con un alto poder adquisitivo, quienes tenían acceso a dólares y a un pasaje en avión, eso llevó a que los primeros destinos de la migración venezolana fueran Estados Unidos, Europa (España principalmente), Chile, Argentina y Colombia.

La migración era a través de aviones y a países que no exigían mayores resistencia a la llegada de venezolanos, ya sea por acuerdos entre Estados (con España y el bloque del Mercosur), falta de regulación (Chile) o por solicitudes asilo político (Estados Unidos).

“La migración venezolana se ha profundizado muchísimo en los últimos 4 años. Tuvo una primera fase que era de gente más joven, profesional, que que se iban buscando nuevas oportunidades, pero esa migración luego se convirtió en diáspora. Se ha convertido en una huida desesperada de distintos sectores de la población que huyen de Venezuela, que quieren dejar el hambre, la miseria, las enfermedades”, explicó en junio a BioBioChile vocera de Transparencia Venezuela en Lara, Yonaide Sánchez.

El 90% de ellos se han refugiado en países de América Latina, según cifras de la oficina de la ONU para los refugiados (ACNUR) y la Organización para las Migraciones (OIM).

Tras la primera ola migratoria, en 2017 y los primeros meses de 2018, los venezolanos comenzaron a través del transporte terrestre, buscando destinos más cercanos, como pueblos fronterizos en Colombia y el norte de Brasil, particularmente la región de Roraima.

La situación se agravó en estas zonas, donde incluso se han registrado episodios de xenofobia y agresiones a grupos de venezolanos, acusados de la población local de aumentar la criminalidad, aumentar la competencia por un puesto de trabajo y problemas sanitarios.

Medidas para contener la migración

Uno de los primeros países en exigir un documento particular a los venezolanos fue Chile en abril de 2018, cuando el gobierno de Sebastián Piñera anunció la creación de la visa de responsabilidad democrática, la cual debe ser solicitada en Venezuela.

El proceso tiene un costo de al menos 30 dólares, que en dinero venezolano son más de 7 millones 450 mil bolívares, aproximadamente.

De acuerdo a información entregada por la Policía de Investigaciones (PDI) publicada por el diario La Tercera, en el primer semestre de 2018, 9.626 venezolanos ingresaron al país con la llamada “visa de responsabilidad democrática”, la que fue solicitada en este periodo por 64.932 venezolanos.

A medida que algunos destinos se hacían inalcanzables, ya sea por razones legales o económicas, los venezolanos comenzaron a migrar hacia destinos más cercanos: Colombia, el norte de Brasil, Ecuador y Perú.

La migración dejó de realizarse en aviones y se comenzaron a difundir imágenes de cientos de venezolanos caminando por las fronteras o llenando autobuses. Uno de los países que más sintió este cambio fue Ecuador, que hasta 2017 apenas se había resentido.

Las autoridades estiman que en Ecuador viven unos 200.000 venezolanos, pero de acuerdo a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) más de 550.000 personas han llegado desde Venezuela, en la gran mayoría de los casos por travesías de miles de kilómetros que muchos cubre a pie y en condiciones precarias.

De acuerdo a organizaciones internacionales, Ecuador es usado como un punto de paso hacia otros destinos como Perú, Argentina o Chile. Pero ante la gran llegada de migrantes, el gobierno de Lenin Moreno anunció a principios de agosto que exigirá a todos los venezolanos que porten su pasaporte al ingresar al país.
La medida fue suspendida por la justicia ecuatoriana, pese a eso el gobierno se vio obligado a abrir un corredor humanitario para que los miles de migrantes puedan cruzar el país desde Colombia a Perú.

Al igual que Ecuador, Perú también anunció la medida de exigir pasaporte a los venezolanos que llegasen a pie al país, pero debió desistir tras la presión internacional y mantuvo la político de no exigir el documento y que puedan acogerse como refugiados. Igualmente desde el gobierno de Martín Vizcarra han declarado que la “migración está desbordada”.

“En estos momentos, nosotros ya tenemos un problema que empieza a ser cada vez mucho más sensible en los temas de salud, en los temas de educación de los niños que están viniendo y también en los temas de trabajo”, dijo el primer ministro peruano César Villanueva, antes de retractarse de exigir pasaporte.

En lo que va del año más de 300.000 venezolanos llegaron a Perú. El gobierno estima que la cifra de desplazados a este país llegará al medio millón antes de noviembre.

Perú declaró emergencia sanitaria en las zonas que limitan con Ecuador, donde cientos de venezolanos acampan cada día, con la esperanza de llegar al país del Rímac.

La medida se adopta por “el peligro inminente de afectación a la salud y saneamiento (de la población), ante el incremento de la migración internacional proveniente del norte”, señala el decreto firmado por el presidente Martín Vizcarra y el gabinete ministerial.

En Colombia la migración ha tenido dos caras; una de las personas que se radican en el país cafeteros y otra la de cientos de miles de venezolanos que cruzan la frontera para comprar productos de primera necesidad, que no pueden encontrar en Venezuela.

Colombia ha recibido a más de un millón de venezolanos en los últimos 16 meses, y ha regularizado temporalmente a 820.000 de ellos. Pero ante la gran cantidad de migrantes y la escasez de recursos algunos buscaron la forma de transitar con dirección a Perú o Ecuador.

El gobierno del expresidente Juan Manuel Santos inició una política de endurecimiento de la política migratoria, abriendo un registro de los venezolanos en Colombia y bloqueando la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, que permitía a venezolanos transitar al país vecino sin cambiar de residencia.

Aunque las situación ha sido controlada en Colombia, Perú y Ecuador, ya sea por fallos judiciales o decisiones políticos, los gobiernos de ambos países coinciden en tomar medidas para controlar la migración y evitar lo que ocurre en Brasil o en las costas europeas con migrantes africanos.

Caos en Brasil y xenofobia

La zona de Sudamérica donde ha explotado la crisis migratoria es el estado fronterizo de Roraima en Brasil, donde las autoridades estiman que cada día ingresan 800 venezolanos. La situación llevó a que el gobierno de Michel Temer autorizara el envío de las Fuerzas Armadas a la zona.

“Decreté hoy el empleo de las fuerzas armadas (…) en Roraima. Naturalmente, para ofrecer seguridad a los ciudadanos brasileños y a los inmigrantes venezolanos que huyen de su país en busca de refugio en Brasil”, dijo Temer.

De acuerdo con la Policía Federal de Brasil, desde principios de 2015 hasta junio de este año, 56.740 venezolanos solicitaron refugio, aunque es difícil precisar cuántos permanecen en el país.

Según la última estimación de la alcaldía de Boa Vista, capital de Roraima, a 200 km de la frontera, unos 25.000 venezolanos están instalados actualmente en la ciudad, lo que equivale al 7,5% de su población total, de más de 300.000 habitantes.

Muchos fueron alojados en una decena de refugios gestionados por el Ejército brasileño, la agencia de la ONU para los Refugiados y diversas organizaciones, pero cerca del 10% (2.500) todavía duerme en la calle.

Muchos acampan durante meses en esquinas y terrenos baldíos, viviendo de donaciones de comida y ropas. También es común ver en los semáforos grupos de hombres y mujeres lavando los vidrios de los autos y ofreciendo otros servicios por monedas.
La ola de inmigrantes buscando atención médica y servicios básicos puso bajo presión a los hospitales y escuelas de la ciudad, así como al saturado mercado de trabajo.

Los hospitales de Roraima registraron más de 50.000 consultas y atenciones médicas a venezolanos en 2017, un número que alcanzó los 45.000 apenas en los primeros tres meses de este año, según cifras oficiales.

El envío de tropas se produce a menos de dos semanas después de una explosión de violencia de habitantes de Pacaraima, una pequeña localidad fronteriza, contra refugiados venezolanos. Los ataques se originaron después de que corriera la noticia de que un comerciante había sido herido durante un asalto supuestamente cometido por inmigrantes venezolanos.

“No me parece que Brasil sea más reticente que otros [países] a recibir inmigrantes. [El problema es que] la región específica por donde llegan es un área muy necesitada”, señaló Kai Kenkel a la AFP, profesor de Relaciones Internacionales especializado en seguridad, de la Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro (PUC-Rio).

Pero la situación más dramática se vivió el pasado 18 de agosto, cuando vecinos de Pacaraima expulsaron por la fuerza a unos 1.200 venezolanos que acampaban en las calles de la pequeña ciudad, primer punto de contacto con Brasil en el paso de frontera. El incidente se produjo tras la agresión a un comerciante brasileño, que resultó herido.

Fuente https://www.biobiochile.cl/noticias/internacional/america-latina/2018/08/31/migracion-venezolana-la-diaspora-empieza-a-encontrar-las-puertas-cerradas.shtml

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Desperate Venezuelans fleeing the country’s crisis continue to cross the Brazilian border, despite the violent anti-migrant riot that took place last week in the border town of Pacaraima. / AFP PHOTO / Mauro PIMENTEL

Diego Vera

La ONU estima que desde 2015 más de 1,6 millones de venezolanos abandonaron su país con el objetivo de buscar un mejor futuro, la mayoría afectados por la grave y sostenida crisis económica del país llanero, que ha llevado a la nación con mayores reservas de crudo del mundo a experimentar una hiperinflación histórica, escasez de alimentos y medicamentos.

Al principio la migración fue liderada por personas con un alto poder adquisitivo, quienes tenían acceso a dólares y a un pasaje en avión, eso llevó a que los primeros destinos de la migración venezolana fueran Estados Unidos, Europa (España principalmente), Chile, Argentina y Colombia.

La migración era a través de aviones y a países que no exigían mayores resistencia a la llegada de venezolanos, ya sea por acuerdos entre Estados (con España y el bloque del Mercosur), falta de regulación (Chile) o por solicitudes asilo político (Estados Unidos).

“La migración venezolana se ha profundizado muchísimo en los últimos 4 años. Tuvo una primera fase que era de gente más joven, profesional, que que se iban buscando nuevas oportunidades, pero esa migración luego se convirtió en diáspora. Se ha convertido en una huida desesperada de distintos sectores de la población que huyen de Venezuela, que quieren dejar el hambre, la miseria, las enfermedades”, explicó en junio a BioBioChile vocera de Transparencia Venezuela en Lara, Yonaide Sánchez.

El 90% de ellos se han refugiado en países de América Latina, según cifras de la oficina de la ONU para los refugiados (ACNUR) y la Organización para las Migraciones (OIM).

Tras la primera ola migratoria, en 2017 y los primeros meses de 2018, los venezolanos comenzaron a través del transporte terrestre, buscando destinos más cercanos, como pueblos fronterizos en Colombia y el norte de Brasil, particularmente la región de Roraima.

La situación se agravó en estas zonas, donde incluso se han registrado episodios de xenofobia y agresiones a grupos de venezolanos, acusados de la población local de aumentar la criminalidad, aumentar la competencia por un puesto de trabajo y problemas sanitarios.

Medidas para contener la migración

Uno de los primeros países en exigir un documento particular a los venezolanos fue Chile en abril de 2018, cuando el gobierno de Sebastián Piñera anunció la creación de la visa de responsabilidad democrática, la cual debe ser solicitada en Venezuela.

El proceso tiene un costo de al menos 30 dólares, que en dinero venezolano son más de 7 millones 450 mil bolívares, aproximadamente.

De acuerdo a información entregada por la Policía de Investigaciones (PDI) publicada por el diario La Tercera, en el primer semestre de 2018, 9.626 venezolanos ingresaron al país con la llamada “visa de responsabilidad democrática”, la que fue solicitada en este periodo por 64.932 venezolanos.

A medida que algunos destinos se hacían inalcanzables, ya sea por razones legales o económicas, los venezolanos comenzaron a migrar hacia destinos más cercanos: Colombia, el norte de Brasil, Ecuador y Perú.

La migración dejó de realizarse en aviones y se comenzaron a difundir imágenes de cientos de venezolanos caminando por las fronteras o llenando autobuses. Uno de los países que más sintió este cambio fue Ecuador, que hasta 2017 apenas se había resentido.

Las autoridades estiman que en Ecuador viven unos 200.000 venezolanos, pero de acuerdo a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) más de 550.000 personas han llegado desde Venezuela, en la gran mayoría de los casos por travesías de miles de kilómetros que muchos cubre a pie y en condiciones precarias.

De acuerdo a organizaciones internacionales, Ecuador es usado como un punto de paso hacia otros destinos como Perú, Argentina o Chile. Pero ante la gran llegada de migrantes, el gobierno de Lenin Moreno anunció a principios de agosto que exigirá a todos los venezolanos que porten su pasaporte al ingresar al país.
La medida fue suspendida por la justicia ecuatoriana, pese a eso el gobierno se vio obligado a abrir un corredor humanitario para que los miles de migrantes puedan cruzar el país desde Colombia a Perú.

Al igual que Ecuador, Perú también anunció la medida de exigir pasaporte a los venezolanos que llegasen a pie al país, pero debió desistir tras la presión internacional y mantuvo la político de no exigir el documento y que puedan acogerse como refugiados. Igualmente desde el gobierno de Martín Vizcarra han declarado que la “migración está desbordada”.

“En estos momentos, nosotros ya tenemos un problema que empieza a ser cada vez mucho más sensible en los temas de salud, en los temas de educación de los niños que están viniendo y también en los temas de trabajo”, dijo el primer ministro peruano César Villanueva, antes de retractarse de exigir pasaporte.

En lo que va del año más de 300.000 venezolanos llegaron a Perú. El gobierno estima que la cifra de desplazados a este país llegará al medio millón antes de noviembre.

Perú declaró emergencia sanitaria en las zonas que limitan con Ecuador, donde cientos de venezolanos acampan cada día, con la esperanza de llegar al país del Rímac.

La medida se adopta por “el peligro inminente de afectación a la salud y saneamiento (de la población), ante el incremento de la migración internacional proveniente del norte”, señala el decreto firmado por el presidente Martín Vizcarra y el gabinete ministerial.

En Colombia la migración ha tenido dos caras; una de las personas que se radican en el país cafeteros y otra la de cientos de miles de venezolanos que cruzan la frontera para comprar productos de primera necesidad, que no pueden encontrar en Venezuela.

Colombia ha recibido a más de un millón de venezolanos en los últimos 16 meses, y ha regularizado temporalmente a 820.000 de ellos. Pero ante la gran cantidad de migrantes y la escasez de recursos algunos buscaron la forma de transitar con dirección a Perú o Ecuador.

El gobierno del expresidente Juan Manuel Santos inició una política de endurecimiento de la política migratoria, abriendo un registro de los venezolanos en Colombia y bloqueando la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, que permitía a venezolanos transitar al país vecino sin cambiar de residencia.

Aunque las situación ha sido controlada en Colombia, Perú y Ecuador, ya sea por fallos judiciales o decisiones políticos, los gobiernos de ambos países coinciden en tomar medidas para controlar la migración y evitar lo que ocurre en Brasil o en las costas europeas con migrantes africanos.

Caos en Brasil y xenofobia

La zona de Sudamérica donde ha explotado la crisis migratoria es el estado fronterizo de Roraima en Brasil, donde las autoridades estiman que cada día ingresan 800 venezolanos. La situación llevó a que el gobierno de Michel Temer autorizara el envío de las Fuerzas Armadas a la zona.

“Decreté hoy el empleo de las fuerzas armadas (…) en Roraima. Naturalmente, para ofrecer seguridad a los ciudadanos brasileños y a los inmigrantes venezolanos que huyen de su país en busca de refugio en Brasil”, dijo Temer.

De acuerdo con la Policía Federal de Brasil, desde principios de 2015 hasta junio de este año, 56.740 venezolanos solicitaron refugio, aunque es difícil precisar cuántos permanecen en el país.

Según la última estimación de la alcaldía de Boa Vista, capital de Roraima, a 200 km de la frontera, unos 25.000 venezolanos están instalados actualmente en la ciudad, lo que equivale al 7,5% de su población total, de más de 300.000 habitantes.

Muchos fueron alojados en una decena de refugios gestionados por el Ejército brasileño, la agencia de la ONU para los Refugiados y diversas organizaciones, pero cerca del 10% (2.500) todavía duerme en la calle.

Muchos acampan durante meses en esquinas y terrenos baldíos, viviendo de donaciones de comida y ropas. También es común ver en los semáforos grupos de hombres y mujeres lavando los vidrios de los autos y ofreciendo otros servicios por monedas.
La ola de inmigrantes buscando atención médica y servicios básicos puso bajo presión a los hospitales y escuelas de la ciudad, así como al saturado mercado de trabajo.

Los hospitales de Roraima registraron más de 50.000 consultas y atenciones médicas a venezolanos en 2017, un número que alcanzó los 45.000 apenas en los primeros tres meses de este año, según cifras oficiales.

El envío de tropas se produce a menos de dos semanas después de una explosión de violencia de habitantes de Pacaraima, una pequeña localidad fronteriza, contra refugiados venezolanos. Los ataques se originaron después de que corriera la noticia de que un comerciante había sido herido durante un asalto supuestamente cometido por inmigrantes venezolanos.

“No me parece que Brasil sea más reticente que otros [países] a recibir inmigrantes. [El problema es que] la región específica por donde llegan es un área muy necesitada”, señaló Kai Kenkel a la AFP, profesor de Relaciones Internacionales especializado en seguridad, de la Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro (PUC-Rio).

Pero la situación más dramática se vivió el pasado 18 de agosto, cuando vecinos de Pacaraima expulsaron por la fuerza a unos 1.200 venezolanos que acampaban en las calles de la pequeña ciudad, primer punto de contacto con Brasil en el paso de frontera. El incidente se produjo tras la agresión a un comerciante brasileño, que resultó herido.

Fuente https://www.biobiochile.cl/noticias/internacional/america-latina/2018/08/31/migracion-venezolana-la-diaspora-empieza-a-encontrar-las-puertas-cerradas.shtml

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