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Venezuela aspira a hacerse con el millonario negocio de las remesas de emigrantes al intervenir Banesco

Las tensiones del banco de Escotet con el régimen chavista se remontan a hace ya diez años

Pedro García Otero

Los analistas financieros sostienen que detrás de la intervención de Banesco, aparte de las viejas facturas que se quiere cobrar el chavismo, está también la intención del Gobierno de Maduro de apoderarse del suculento negocio de las remesas que envían a sus familiares los casi cuatro millones de venezolanos que se vieron forzados a salir del país por el galopante deterioro de la situación económica. Sin embargo, es imposible, señalan los analistas consultados, que el gobierno pueda asumir todo el negocio que se halla en manos de este gigante financiero. Podría arruinarlo, aseguran, investigando movimientos de los ocho millones de clientes de Banesco o burlando el control de cambio.

En lo que no existen dudas es que las tensiones de esta entidad financiera con el régimen chavista vienen ya de lejos. Se remontan a hace diez años, en el 2008, cuando Diosdado Cabello, uno de los personajes más importantes de la cúpula que manda en Venezuela, perdió la Gobernación de Miranda, una de las más importantes del país. El banco de Juan Carlos Escotet -es el máximo accionista, con más del 80 % del capital- manejaba la mayoría de los depósitos de esa región, y se vio inundado de cheques hacia cuentas personales o empresariales, y hacia cuentas del Estado. Sus directivos, con Escotet a la cabeza, tomaron una decisión: solo se pagarían aquellos firmados por personal autorizado, lo que ocasionó no pocas presiones, algunas de ellas provenientes del propio Cabello.

Intervención

Fue Diosdado Cabello quien insinuó en varias ocasiones el año pasado que se iría a una intervención y nacionalización de Banesco. En enero del 2018 fue un poco más allá. Y afirmó en un programa de televisión: «Vamos a comprar Banesco, vale como tres millones de dólares». Esa amenaza obligó a la institución financiera, y al propio Escotet a través de un mensaje en Internet, a aclarar que Banesco no estaba en venta. A lo largo de esta década, Cabello y un sector que dentro del Gobierno de Maduro es afín a él han atacado recurrentemente al banco y lo han amenazado en reiteradas ocasiones, recrudeciéndose el ataque a medida que crecía el éxito del Banesco. Ha pasado de ser una entidad mediana a la más grande del país, montando una estructura internacional que incluye empresas financieras en Panamá, República Dominicana, Miami, España y ahora también Portugal; precisamente allí estaba Escotet cuando decidió ir a Caracas ante la situación en que quedaba Banesco, con la detención de once directivos y una intervención exprés.

El prestigio de Banesco es tan grande que parte del sector militar se ha opuesto a que sus nóminas pasen a la banca estatal, y Nicolás Maduro ha tenido que aceptarlo. Pese a que el grupo internacional sigue llamándose Banesco, y no se plantea cambiar el nombre, según señaló Escotet en enero, lo cierto es que la división venezolana, la que dio origen a todo, es hoy menos del 1 % del total de sus activos, como consecuencia de la crisis económica que ha reducido a casi la mitad el PIB del país y ha pulverizado el valor de su moneda. «Es muy claro que en otro escenario, Banesco, banco líder de un país petrolero, es un activo de gran valor, y además hay razones sentimentales para no cambiarle el nombre, no es un problema de imagen», indicó Escotet en enero.

Mientras tanto, el dueño de la entidad ha llegado al país con la misión de lograr la liberación de los once directivos detenidos por autoridades militares, y convencido, señalan sus cercanos, de lograrlo, porque se ve como un negociador y un líder que no puede dejarlos. Podía quedarse en Europa. Optó por volver y fue recibido por su plantilla con un grito unánime: «¡Valiente!».

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En lo que no existen dudas es que las tensiones de esta entidad financiera con el régimen chavista vienen ya de lejos. Se remontan a hace diez años, en el 2008, cuando Diosdado Cabello, uno de los personajes más importantes de la cúpula que manda en Venezuela, perdió la Gobernación de Miranda, una de las más importantes del país. El banco de Juan Carlos Escotet -es el máximo accionista, con más del 80 % del capital- manejaba la mayoría de los depósitos de esa región, y se vio inundado de cheques hacia cuentas personales o empresariales, y hacia cuentas del Estado. Sus directivos, con Escotet a la cabeza, tomaron una decisión: solo se pagarían aquellos firmados por personal autorizado, lo que ocasionó no pocas presiones, algunas de ellas provenientes del propio Cabello.

Intervención

Fue Diosdado Cabello quien insinuó en varias ocasiones el año pasado que se iría a una intervención y nacionalización de Banesco. En enero del 2018 fue un poco más allá. Y afirmó en un programa de televisión: «Vamos a comprar Banesco, vale como tres millones de dólares». Esa amenaza obligó a la institución financiera, y al propio Escotet a través de un mensaje en Internet, a aclarar que Banesco no estaba en venta. A lo largo de esta década, Cabello y un sector que dentro del Gobierno de Maduro es afín a él han atacado recurrentemente al banco y lo han amenazado en reiteradas ocasiones, recrudeciéndose el ataque a medida que crecía el éxito del Banesco. Ha pasado de ser una entidad mediana a la más grande del país, montando una estructura internacional que incluye empresas financieras en Panamá, República Dominicana, Miami, España y ahora también Portugal; precisamente allí estaba Escotet cuando decidió ir a Caracas ante la situación en que quedaba Banesco, con la detención de once directivos y una intervención exprés.

El prestigio de Banesco es tan grande que parte del sector militar se ha opuesto a que sus nóminas pasen a la banca estatal, y Nicolás Maduro ha tenido que aceptarlo. Pese a que el grupo internacional sigue llamándose Banesco, y no se plantea cambiar el nombre, según señaló Escotet en enero, lo cierto es que la división venezolana, la que dio origen a todo, es hoy menos del 1 % del total de sus activos, como consecuencia de la crisis económica que ha reducido a casi la mitad el PIB del país y ha pulverizado el valor de su moneda. «Es muy claro que en otro escenario, Banesco, banco líder de un país petrolero, es un activo de gran valor, y además hay razones sentimentales para no cambiarle el nombre, no es un problema de imagen», indicó Escotet en enero.

Mientras tanto, el dueño de la entidad ha llegado al país con la misión de lograr la liberación de los once directivos detenidos por autoridades militares, y convencido, señalan sus cercanos, de lograrlo, porque se ve como un negociador y un líder que no puede dejarlos. Podía quedarse en Europa. Optó por volver y fue recibido por su plantilla con un grito unánime: «¡Valiente!».

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