Inicio Destacados Desconcierto en la diáspora venezolana

Desconcierto en la diáspora venezolana

La situación dramática del país triplica en un año el número de emigrantes residentes en Gipuzkoa. Denuncian que llevan casi dos años y medio sin recibir la pensión que les corresponde. “Es un problema de exclusión social”.

Jorge Napal

Aenero de 2016 se contabilizaban en el territorio 457 compatriotas que, en cuestión de meses, aumentaron hasta los 1.382, según fuentes del Instituto Nacional de Estadística. El colectivo de venezolanos residente en Gipuzkoa se ha triplicado en un año, en buena medida por la situación dramática de la que escapan en su país. “Mi hijo lleva catorce años viviendo aquí. Siempre me insistía en que viniera pero me he mantenido en Venezuela hasta que la situación hace tres años nos obligó a huir. Prácticamente no podíamos salir de casa. Estábamos viviendo en un gueto, utilizando una furgoneta para desplazarnos de una casa a otra. La situación en el país se hizo tan crítica que no había otra opción que salir”, asegura Miguel Rumbos, de 68 años, que actualmente reside en Donostia.

“Huyes porque no se puede vivir con miedo en una ciudad como Caracas con ocho millones de habitantes. Cuando vine, lo hice pensando en mi jubilación, pero la pensión nunca llegó, nunca me la mandaron, y en esa misma situación se encuentran muchos vascos que tras una vida entregada al trabajo no han podido cobrar ahora nada”.

Cuenta Rumbos que los ahorros se terminan y las ayudas de las instituciones españolas llegan con cuentagotas. Los afectados llevan tiempo hablando de un problema de “exclusión social”, económico y político por “incumplir -subrayan- el Convenio de Seguridad Social entre España y Venezuela”, en vigor desde 1990. “Esto es una cuestión de vida o muerte, no es un capricho de alguien. Hay gente que no come o que lo hace únicamente gracias a Cáritas. La situación es realmente trágica”, explican los afectados.

A diferencia de quienes huyen ahora, Ana Rodríguez lo hizo por decisión propia hace ocho años. “Las cosas ya no pintaban nada bien por aquel entonces, no veía mucho futuro. Estuve dos años trabajando con el Gobierno y de puertas adentro asistí a situaciones de las que había que escapar”, admite la portavoz de la Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa (Asovengui).

Esta mujer, también afincada en Donostia, observa que desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar. “Se conocen casos de personas que han retornado después de muchísimo tiempo de trabajo en el país y que están en condiciones casi de indigencia, a quienes han tenido que ayudar amigos y familiares. A algunos -según recalca- les han facilitado plazas en albergues para que solventen su situación”.

Fronteras terrestres

Venezuela experimenta desde hace dos años la mayor salida de personas de su historia reciente. Durante los primeros años emigraron venezolanos profesionales o empresarios, que tenían por destino sobre todo EE UU, Colombia, España y otros países de Europa. En los últimos dos años, como consecuencia del deterioro económico y político, ha cambiado el perfil y el destino. Decenas de miles de venezolanos pobres y de clase media están emigrando a través de las fronteras terrestres con Colombia y Brasil. El perfil de quienes llegan a Gipuzkoa responde al de mujeres de entre 16 y 44 años.

Janette Orellana llegó al territorio en mayo del año pasado, en plena protesta en su país. “He trabajado en muchos procesos electorales y en los últimos sufrí agresiones. Aquello se convirtió en una persecución y finalmente me dijeron que me querían muerta. Me dije que no aguantaba más. Una vez un militar me dejó 48 días encerrada en una escuela, en las elecciones de 2010. No me querían dejar ir. Fue terrible”, cuenta esta mujer de 50 años que actualmente reside en Beasain.

Debido a que Venezuela dejó hace años de dar datos oficiales, se hace difícil calcular cuántos de los 30 millones de venezolanos viven fuera y a esa tarea se dedican expertos independientes que usan datos oficiales de otros gobiernos.

Así, se estima que al menos dos centenares de personas que han vivido y trabajado en Venezuela, más de la mitad de ellas nacidas en Euskadi y de vuelta tras jubilarse, atraviesan en el País Vasco una situación dramática a la que no se ve una fácil solución. Estas 200 personas -que podrían ser más- llevan casi dos años y medio sin recibir la pensión a la que tienen derecho porque el Gobierno de Nicolás Maduro decidió dejar de abonar estas prestaciones y hace oídos sordos a las reclamaciones de un colectivo que en el Estado español llega a las 9.000 personas.

Junto a este colectivo hay otro grupo creciente de personas que también ha venido desde Venezuela huyendo de la crisis económica, social y política de aquel país. Son los nuevos inmigrantes o refugiados, porque en muchos casos están pidiendo asilo.

La portavoz de la Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa insiste en que salen del país “más mujeres que hombres”. La situación es tan crítica, asegura, que se han registrado en el Estado un total de 10.350 solicitudes de protección internacional, unas 2.000 anuales. En Euskadi han sido denegadas 1.530 solicitudes. “En el País Vasco no se le está dando solución al problema de los asilados. Hay personas que cuando levantan aquí un negocio se quedan en un limbo legal. No tienen pasaporte venezolano”, recalca Rodríguez.

Muchos de los pensionados y jubilados venezolanos que desde hace más de dos años no reciben su pensión han creado asociaciones en varias comunidades autónomas, empezando por aquellas en las que reside mayor número de ellos: Galicia, Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón y Catalunya.

En Euskadi se ha creado AsoPenJubBilbao, que agrupa a los afectados que residen en la CAV, Nafarroa, Cantabria y La Rioja. El objetivo común de todas estas organizaciones, que se han unido en una federación, es buscar soluciones y ayudas para miles de personas que, “tras trabajar toda su vida en Venezuela, ahora se encuentran en la indigencia”.

Fuente https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/2018/04/29/sociedad/desconcierto-en-la-diaspora-venezolana

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Desconcierto en la diáspora venezolana

La situación dramática del país triplica en un año el número de emigrantes residentes en Gipuzkoa. Denuncian que llevan casi dos años y medio sin recibir la pensión que les corresponde. “Es un problema de exclusión social”.

Jorge Napal

Aenero de 2016 se contabilizaban en el territorio 457 compatriotas que, en cuestión de meses, aumentaron hasta los 1.382, según fuentes del Instituto Nacional de Estadística. El colectivo de venezolanos residente en Gipuzkoa se ha triplicado en un año, en buena medida por la situación dramática de la que escapan en su país. “Mi hijo lleva catorce años viviendo aquí. Siempre me insistía en que viniera pero me he mantenido en Venezuela hasta que la situación hace tres años nos obligó a huir. Prácticamente no podíamos salir de casa. Estábamos viviendo en un gueto, utilizando una furgoneta para desplazarnos de una casa a otra. La situación en el país se hizo tan crítica que no había otra opción que salir”, asegura Miguel Rumbos, de 68 años, que actualmente reside en Donostia.

“Huyes porque no se puede vivir con miedo en una ciudad como Caracas con ocho millones de habitantes. Cuando vine, lo hice pensando en mi jubilación, pero la pensión nunca llegó, nunca me la mandaron, y en esa misma situación se encuentran muchos vascos que tras una vida entregada al trabajo no han podido cobrar ahora nada”.

Cuenta Rumbos que los ahorros se terminan y las ayudas de las instituciones españolas llegan con cuentagotas. Los afectados llevan tiempo hablando de un problema de “exclusión social”, económico y político por “incumplir -subrayan- el Convenio de Seguridad Social entre España y Venezuela”, en vigor desde 1990. “Esto es una cuestión de vida o muerte, no es un capricho de alguien. Hay gente que no come o que lo hace únicamente gracias a Cáritas. La situación es realmente trágica”, explican los afectados.

A diferencia de quienes huyen ahora, Ana Rodríguez lo hizo por decisión propia hace ocho años. “Las cosas ya no pintaban nada bien por aquel entonces, no veía mucho futuro. Estuve dos años trabajando con el Gobierno y de puertas adentro asistí a situaciones de las que había que escapar”, admite la portavoz de la Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa (Asovengui).

Esta mujer, también afincada en Donostia, observa que desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar. “Se conocen casos de personas que han retornado después de muchísimo tiempo de trabajo en el país y que están en condiciones casi de indigencia, a quienes han tenido que ayudar amigos y familiares. A algunos -según recalca- les han facilitado plazas en albergues para que solventen su situación”.

Fronteras terrestres

Venezuela experimenta desde hace dos años la mayor salida de personas de su historia reciente. Durante los primeros años emigraron venezolanos profesionales o empresarios, que tenían por destino sobre todo EE UU, Colombia, España y otros países de Europa. En los últimos dos años, como consecuencia del deterioro económico y político, ha cambiado el perfil y el destino. Decenas de miles de venezolanos pobres y de clase media están emigrando a través de las fronteras terrestres con Colombia y Brasil. El perfil de quienes llegan a Gipuzkoa responde al de mujeres de entre 16 y 44 años.

Janette Orellana llegó al territorio en mayo del año pasado, en plena protesta en su país. “He trabajado en muchos procesos electorales y en los últimos sufrí agresiones. Aquello se convirtió en una persecución y finalmente me dijeron que me querían muerta. Me dije que no aguantaba más. Una vez un militar me dejó 48 días encerrada en una escuela, en las elecciones de 2010. No me querían dejar ir. Fue terrible”, cuenta esta mujer de 50 años que actualmente reside en Beasain.

Debido a que Venezuela dejó hace años de dar datos oficiales, se hace difícil calcular cuántos de los 30 millones de venezolanos viven fuera y a esa tarea se dedican expertos independientes que usan datos oficiales de otros gobiernos.

Así, se estima que al menos dos centenares de personas que han vivido y trabajado en Venezuela, más de la mitad de ellas nacidas en Euskadi y de vuelta tras jubilarse, atraviesan en el País Vasco una situación dramática a la que no se ve una fácil solución. Estas 200 personas -que podrían ser más- llevan casi dos años y medio sin recibir la pensión a la que tienen derecho porque el Gobierno de Nicolás Maduro decidió dejar de abonar estas prestaciones y hace oídos sordos a las reclamaciones de un colectivo que en el Estado español llega a las 9.000 personas.

Junto a este colectivo hay otro grupo creciente de personas que también ha venido desde Venezuela huyendo de la crisis económica, social y política de aquel país. Son los nuevos inmigrantes o refugiados, porque en muchos casos están pidiendo asilo.

La portavoz de la Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa insiste en que salen del país “más mujeres que hombres”. La situación es tan crítica, asegura, que se han registrado en el Estado un total de 10.350 solicitudes de protección internacional, unas 2.000 anuales. En Euskadi han sido denegadas 1.530 solicitudes. “En el País Vasco no se le está dando solución al problema de los asilados. Hay personas que cuando levantan aquí un negocio se quedan en un limbo legal. No tienen pasaporte venezolano”, recalca Rodríguez.

Muchos de los pensionados y jubilados venezolanos que desde hace más de dos años no reciben su pensión han creado asociaciones en varias comunidades autónomas, empezando por aquellas en las que reside mayor número de ellos: Galicia, Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón y Catalunya.

En Euskadi se ha creado AsoPenJubBilbao, que agrupa a los afectados que residen en la CAV, Nafarroa, Cantabria y La Rioja. El objetivo común de todas estas organizaciones, que se han unido en una federación, es buscar soluciones y ayudas para miles de personas que, “tras trabajar toda su vida en Venezuela, ahora se encuentran en la indigencia”.

Fuente https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/2018/04/29/sociedad/desconcierto-en-la-diaspora-venezolana

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