El aumento de venezolanos en la capital colombiana ha generado transformaciones en las mesas. Cada vez es más recurrente encontrarse a alguien pensando en una deliciosa arepa venezolana, antojado de un par de ‘tequeños’ o deseando un pabellón. La noticia es que estas personas, las que se antojan, no necesariamente vienen del vecino país: son bogotanos.
Según datos de Migración Colombia, cerca de 69 mil ciudadanos venezolanos regularizaron su situación migratoria a través del Permiso Especial de Permanencia (PEP) en 2017. De esta cifra, cerca del 40% reside en la ciudad de Bogotá.
Los venezolanos se han establecido, ya son parte de nuestra cotidianidad y como tal han moldeado algunas dinámicas capitalinas entre las cuales está la gastronomía. Puestos callejeros, restaurantes y cafés, pueden ser identificados por los platos tradicionales de Venezuela.
Algunos restaurantes han modificado sus platos para el paladar de los que residen en Bogotá; otros, con apuestas más atrevidas, reivindican el sabor venezolano y esperan poder mantenerlo y perdurar como embajadores de la cocina de su país.
Los platos que ellos nos ofrecen
Las comidas rápidas venezolanas son las más recurrentes en las calles de Bogotá. No obstante, el restaurante ‘Chamita Street Fast Food’ prefiere conservar su sabor “lo más criollo posible”, según Joyce Nicolle, propietaria.
Para ella lo que más diferencia la comida venezolana de la colombiana son las salsas, sobre todo la de ajo y la de queso. Que son precisamente las que atraen a sus comensales.
Pero, las salsas pasan a un segundo plano cuando se menciona la palabra: arepa, pues son estas, rellenas y poderosas en su sabor, diferentes a las que nosotros como colombianos estamos acostumbrados a consumir, las que más atraen a los bogotanos.
Este mercado tiene suficientes mezclas y sabores por descubrir. Katheryn García, encargada del restaurante ‘Naguará’, menciona que “las arepas son las preferidas por sus comensales”. Pero, en su restaurante ella no solo se queda con mezclas tradicionales bogotanas, también tiene una línea adaptada a los gustos colombianos. Estas arepas llevan queso, maíz y chorizo, por ejemplo. Por su parte, Jesús Guerrero, propietario del restaurante ‘El Yaque’ afirma que «la combinación de sabores y texturas que da la comida venezolana es la que atrapa al bogotano”.
Pero no solo de arepa se alimenta esta relación binacional. La hallaca es otro plato bastante apetecido. En su combinación de ingredientes: carne de cerdo, res y pollo, mezclado con aceitunas, ciruelas y alcaparras, los bogotanos dicen encontrar un sabor único.
Las hallacas, diferente a las arepas, se han modificado muy poco y no han contando con la necesidad de tener que adaptarse a ‘la colombiana’. Este plato se ha mantenido tal cual se cocina en Venezuela, “su misma exoticidad ha despertado en más de uno el deseo de probarla”, según explica Henry Salazar, ayudante de cocina del restaurante ‘Shorton House’.
Otro de los platos que entra pisando fuerte y es infaltable en esta gastronomía son los tequeños: dedito de queso venezolano envuelto en salsa de aguacate.
Los menos conocidos
La pastelería venezolana también se está ganando su puesto en Bogotá. Aunque se han tenido que adecuar al consumo bajo de azúcar y a la reducción de las porciones, las tortas y pasteles venezolanos se imponen en la cocina gourmet e “intentan mantener su esencia”, así lo menciona Abrahm Camacho, dueño del restaurante ‘Beaujon Patisserie’.
Entre los productos de repostería que más sobresalen están ‘el cachito’ y ‘el golfeado’. El primero, está hecho de jamón ahumado y tocineta, y representa la pastelería venezolana proveniente del estado de Carbó en Valencia. El segundo, es de Miranda, un lugar aledaño a Caracas, y tiene la apariencia de un rollo de canela, pero que está hecho de panela, anís y queso.
Según Abrahm Camacho “la cocina venezolana puede distinguir ya que a pesar de ser países vecinos existe una gastronomía muy diferente”. Además, afirma que “la gastronomía da la posibilidad de tomar lo mejor de otras culturas para nutrir la cocina propia”.
También nos nutrimos idiomáticamente
Diego Cabral, dueño del restaurante ‘Wasa KK’, indica que la comida crea lazos: “A través de la comida también se hacen amigos y hasta familia”. En este sentido a partir de los alimentos podemos conocer la tradición del país vecino y sus formas de expresarse.
La diferencia de palabras y las traducciones que debemos emplear para entenderlos es otra forma en la que nos nutrimos. Las arepas tienen diferentes nombres, por ejemplo ‘la peluda’ que es llamada así por el aspecto de la carne mechada, como lo explica Katheryn García.
‘Sifrida’ es otra de las palabras que los venezolanos utilizan para nombrar una de sus arepas, según Jesús Guerrero es equivalente a gomela.
Cuando a una empanada se le agrega otro ingrediente la conocen como ‘empanada operada’. Según comenta Diego Cabral, estos nombres nacen “por tomar del pelo”. Diego dice que al venezolano le gusta «recochar” y divertirse poniendo apodos chistosos.
Sin embargo, no solo la jerga cambia. Incluso a los ingredientes se los nombra distinto. Al frijol negro lo conocen como ‘caraotas’, a la panela como ‘panelón’ y a la carne desmechada le dicen ‘mechada’. El lenguaje es una forma distinta de conocer el sabor que los venezonalos integran en sus platos.
Los otros productos
Según indica el gastrónomo de la universidad de la Sabana, Abraham Uzcategui, no solo son los platos típicos los que están posicionándose en Bogotá. “Va llegar un día, en el que en Carulla podamos encontrar muchos productos venezolanos”, dice Uzcategui. La oferta de productos también ha aumentado.
De hecho, también existen lugares que se especializan en traer sólo mercado venezolano a Bogotá, como es el caso de la tienda ‘AntOjate’.
Los habitantes de la capital consumen estos platos, según dicen los propietarios. “La acogida ha sido buena, a la gente le gusta probar cosas nuevas y se vuelven clientes fijos”, cuenta Diego Cabral.
La adecuación de los platos y la innovación han sido claves para llegarle al público bogotano. Integrar algunos platos típicos como el ‘pabellón’ y la ‘reina pepiada’ en una arepa, hacen que las personas lo consuman con mayor agrado.