Luis Alvarenga
La cervecería está tomando un nuevo rumbo. Una nueva cultura está surgiendo y es la relacionada a la fabricación artesanal de un producto que en Venezuela se consideraba industrial. La gran diferencia es que en lo manual hay esencia, horas de prueba y gustos 100% venezolanos.
Además, el paladar venezolano se está haciendo cada vez mejor, permitiendo que el té entre en las casas no como una medicina naturista, sino como una buena excusa para tolerar, relajarse, compartir y disfrutar de sus aromas.
Caracas fue el escenario del Beer Parade, un evento que no solo buscó ser el mostrador de infinitos estilos de cervezas y tés, sino un espacio para compartir experiencias, reencontrar a colegas, socios, amigos y, por qué no, escapar de la rutina y la situación que nos rodea.
Desde el 2016 dos jóvenes de 25 años han trabajado en construir una marca desde cero. Literalmente cero, porque recurrieron al aprendizaje autodidacta para fabricar sus propias recetas para las cervezas, entre las que se encuentra una que recuerda al café venezolano.
Ricardo Pabón y Jesús Manuel Campos destacan que “Autanas Brew no se detiene, pese a las dificultades”. Este proyecto surgió a partir de querer invertir las ganancias de un trabajo anterior, por lo que decidieron arriesgaron a crear un estilo “por ensayo y error”.
Por otra parte, el pueblo de El Hatillo es el sitio donde Gerónimo Egea, Jorge Rojas y Aliris Escobar decidieron arrancar con una iniciativa que, aunque al principio fue un hobby, se convirtió en un emprendimiento para el gusto, la cerveza Lauten.
Para Rojas, fabricar cervezas artesanales es “como cocinar, es una cuestión de gusto”, a lo que Egea añade enfáticamente “es como un arte”. Además, no solo es un trabajo que ha crecido, sino que les ha brindado diversión a sus creadores, explicó también Arilis Escobar.
Para el chef Manuel García y el experto químico Raúl Aguana producir la cerveza Venus es “un tema de degustar, de deleitarse”, por eso buscan que sus presentaciones sean en botellas grandes, porque el objetivo es compartir con amigos y familiares.
Por eso no se van, no cierran, ni se rinden. “Tú no abandonas al familiar que está enfermo. Si me voy, estoy abandonando a quien me dio todo”, manifestó el chef. Por eso, Venus resalta la importancia de los eventos artesanales, porque “nos valoran y respetan, eso nos da una luz”, explicó Manuel García.
Desde el 2013, Edward Rojas ha creado sus propias recetas para “romper con la idea de traer todo de afuera”, siempre con la misión de buscar a 5 mil personas que deseen transformar al país para el bien. Por eso fundó la cervecería Mapache.
“Vendí los 23 carros que tenía. Vendí todo lo que tenía para comenzar esta cervecería”, relató el maestro cervecero y romelier, quien además destacó su proeza de conformar equipos para destacar la fabricación de cervezas.
Existen muchas historias de creaciones culinarias e inventos que surgieron por casualidad. Para Roberto Di Zio la oportunidad se dio en un viaje de intercambio a Exeter (Reino Unido), en donde compró unos libros y materiales para la fabricación de cerveza artesanal en una tienda ubicada al lado de la residencia donde se hospedaba.
Actualmente producen 10 mil litros de cerveza artesanal 100% venezolana, ya que siembran la materia prima que usan, que se suman a los mitos y leyendas que le dan nombre a sus estilos de bebidas. Esto les llevó a ganar dos premios internacionales. Uno en Chile (2014) y otro en México (2013).
No todo en la vida son botellas, también hay aromas y sabores que podrían recordar al caramelo quemado del quesillo venezolano. Esa es una de los logros de Caracas Tea Company, una empresa con una casa de té en la capital venezolana que busca crear la cultura de esta milenaria bebida en la tierra de gracia.
Desde 2012, la somelier de té Miriam Gómez se ha acercado a un mercado no atendido con materia prima proveniente de China, Japón, India, Kenia, Malawi y Corea, que se prepara en una casa y escuela de té.
“El paladar venezolano es de alta calidad y eso ayuda a la cultura del té”, destacó Gómez, quien además apuntó que esta bebida “siempre va a ser para el disfrute”.
Con ocho medallas internacionales, “el orine de los dioses” (como se traduce Pisse des Gottes), ha logrado dejar en alto la calidad venezolana para la producción de cerveza, que surgió a partir de experiencias vividas en viajes a otras naciones, donde la cultura cervecera es muy diferente a la local.
Por ello, Claudio Leoni fundó en 2008 esta marca en Santa Mónica (Caracas), con el fin de buscar “placer en la degustación, para sentir y compartir”.
Luego de viajar a Alemania y Estados Unidos para estudiar, Cristobal Perret se animó a emprender en el mundo de la cervecería artesanal para elevar la calidad del producto en Venezuela.
Con cinco tipos de bebidas, sus productos tienen el valor agregado de “hacerlo de lo artesanal a lo profesional, para ofrecer cervezas más limpias y de mejor calidad”, explicó Perret.
Como buenos venezolanos, las buenas experiencias no se dejan “caleta” en un libro o álbum de fotografías. Por eso, Gustavo Izarra decidió arrancar con Caleta para llevar a ejecución el concepto de “hacer cerveza y comer para compartir”.
Cuando el trabajo de ser arquitecto no le dio mayores oportunidades, Izarra no se quedó “caleta” en casa de su papá y fabricó las cervezas en ella, que en la actualidad ha llegado a producir un estilo exclusivo para un restaurant caraqueño.
Roman Medina y Daniel Padrino tienen desde 2017 creando su cerveza 100% venezolana, que surge desde la misma tierra del pueblo merideño de Bailadores, de donde son originarios. La situación del país los empujó a reinventarse y mirar al suelo para crecer.
Por ello, Birrería Bailadores quiere fortalecerse en el ramo y crecer, para ayudar a los productores locales a desarrollarse, involucrando a la comunidad al ofrecerles los restos altamente proteínicos de la fabricación de la cerveza para alimentar a los cochinos criados en los andes.
De origen merideño, Luis Gerardo Pérez comenzó en 2016 a probar diferentes alternativas cerveceras para en 2017 salir al mercado con productos que incluso mezclan el cacao de Chuao para dar aromas y sabores bien marcados, venezolanos, a las cervezas Fénix.
Su producción también es 100% venezolana, ya que siembran la cebada en el poblado de Mucuchíes, que les permite producir 670 litros de bebida hecha a mano.
“Este país se va a arreglar reconstruyendo, sembrando nuestras tierras”, destacó Pérez.
“Es un milagro”, exalta Pedro Gil cuando habla sobre la cervecería Mochima, ya que las bebidas que producen representan la medicina natural que requiere para tratar la artritis que le fue detectada antes del 2015.
Las propiedades que tiene el lúpulo, principal ingrediente para la fabricación de cerveza, ayudan a contrarrestar el avance de la artritis, por lo que Pedro Gil consume una bebida más amarga y con bajo grado alcohólico. Sin embargo, al público venezolano le ofrece especias, sabores dulces, frutales y suaves para vivir la “experiencia milagrosa” de degustar una cerveza.
¿Su objetivo? Quitar la mala imagen que tiene la cerveza en el país, para que las personas puedan experimentar lo que significa tener una bebida con una comida.
Por ello, estas doce experiencias ratifican la capacidad venezolana para surgir y navegar contra la corriente, que a pesar de todo creen en su país, en su tierra y en un mejor porvenir.
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