El verdadero significado de la palabra “paraíso”, es posible encontrarlo a tan solo 30 minutos en avión desde el Aeropuerto de Maiquetía. El trayecto es corto, vistoso y con viento suficiente para recordarte lo diminutos que somos frente a la inmensidad de este planeta llamado tierra.
El Parque Nacional Archipiélago de Los Roques fue fundado en 1972, abarcando un extenso atolón coralino de 36 km de oeste a este y 24,6 km de norte a sur, formado por unas 50 islas y unos 292 cayos y bancos.
También es posible llegar vía marítima en embarcaciones con las facilidades para realizar la travesía. Existen variedad de empresas que ofrecen el servicio, por lo que le recomiendo que investigue con anterioridad, sobre la ruta, facilidades, servicios a bordo, entre otros, en aras de tener un placentero viaja hacia el paraíso.
En el Gran Roque, se concentran prácticamente todos los desarrollos de infraestructura dedicada a la prestación de servicios, concentrando hoteles, posadas, casas en alquiler, restaurantes, escuelas de buceo, tiendas entre otras facilidades, así como las autoridades dedicadas a la custodia, seguridad y prevención de este asombroso destino turístico venezolano. El punto más elevado tiene apenas 130 m sobre el nivel del mar. El sur del archipiélago tiene profundidades hasta de 1.700 m, con niveles progresivamente menores hacia el norte, donde la profundidad promedio no supera los 15 m.
La infinita variedad de azules, una brisa refrescante y constante durante todo el día, engaña por completo la sensación térmica del lugar, minimizando la inclemencia del sol. Como recomendación, aplique protector solar por lo menos cada dos horas, sobre toda la piel, para evitar molestias producidas por el exceso de sol.
En Los Roques, si quieres agregarle una nota divertida y de aventura a tu viaje tienes la posibilidad de realizar snorkeling, buceo, kitesurf, kayac, stand up paddle, entre otras actividades. Si por el contrario, prefieres contemplar los infinitos tonos del mar, los atardeceres y caminar entre sus calles, es posible realizarlo sin problema alguno, ya que gozas de una seguridad, digna de replicar en todo el país.
Caminar, trotar o subir hasta el faro, ofrece la oportunidad de contemplar desde distintos ángulos lo hermoso de este enclave turístico, sin comparación. Los lugareños y prestadores de servicio hacen su mayor esfuerzo por atender a los turistas y complacer las solicitudes que tengan a bien realizar, además, en un lugar tan espectacular y con tan buena energía, la palabra “no” sobra.
Con mucho agrado y esperanza, vi como turistas italianos, alemanes, brasileros y argentinos copaban a tope la capacidad de algunos alojamientos, cosa no tan común por estos días. Esta realidad derivó en un pensamiento que he mantenido presente desde hace muchos años, y es que no somos exitosos en términos turísticos por una única razón; esta es, que no nos interesa.
Con la belleza del lugar, la biodiversidad, paisajes, clima y las actividades conexas que se pueden realizar, solo tendríamos que ocuparnos por invertir en servicios públicos de calidad, cambios en la normativa que rige este espacio y visión de aprovechamiento sustentable no tendría competencia sin lugar a dudas. De lo demás se ocuparía la inversión privada.
Dentro de todo, a veces parece que estos mágicos lugares que esconde Venezuela, resultan ser una bendición, ya que ante un crecimiento desbordado con consecuencias ecológicas irreparables, es mejor que el progreso, bajo esas condiciones, quede de lado.
Por último, si hay algo de lo que debemos estar pendientes, es de procurar tener la oportunidad de conocer este mágico lugar, en donde la imaginación vuela con la fresca brisa, la mente se pierde tratando de descifrar colores y descubriendo las inmensidades de la fauna subacuática de este santuario turístico con sello venezolano.
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