Cheo Medina
Una paradoja es un dicho o un hecho que en su explicación expresa una idea ilógica o irracional en apariencia, pero en el trasfondo del contexto que se habla en la paradoja se esconde una realidad absoluta.
El silencio es lo que para el pintor es un lienzo en blanco, la piedra madre para el escultor o el tapete vacio para el tarotista en la cartomancia. El silencio es el formato en el que se manifiestan todas las ideas. El silencio es el lugar donde no hay nada, pero reside el todo. Es el espacio donde el tiempo no influye ni fluye y el ruido no habita pero se escucha muy fuerte.
Cuando se guarda silencio se devela la verdad dando paso al conocimiento. El silencio es como la tierra fértil donde germina toda clase de semilla. Es el punto de ebullición desde donde emerge y se expande el infinito universo.
Cuando guardas silencio. Dejas de buscar. Y has llegado a donde el camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas, caídas ahora de los árboles de la desesperanza. Ahora se encuentran bajo tus pies. Y tú levantas la mirada y miras al Cielo con los ojos del cuerpo, que ahora te sirven sólo por un instante más. Por fin la paz ha sido reconocida, y tú puedes sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor.
Dios te habla hoy. Su Voz espera tu silencio, pues Su Palabra no puede ser oída hasta que tu mente no se haya aquietado por un rato y tus vanos deseos hayan sido acallados. Aguarda Su Palabra en silencio. Hay una paz en ti a la que puedes recurrir hoy a fin de que te ayude a preparar a tu santísima mente para oír la Voz que habla por su Creador.
Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón, y busca amparo en el sereno lugar en el que los pensamientos quedan transformados y donde las falsas creencias se abandonan. Estate dispuesto a dejarte enseñar. Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y reconocerás que son tus propias palabras.
La luz que refulge en ti es lo que el universo ansía contemplar. Todas las cosas vivientes se detienen en silencio ante ti, pues reconocen a Aquel que camina a tu lado. La luz que llevas contigo es la suya propia. Y así, ven en ti su propia santidad, y te saludan como salvador y como Dios. Acepta su reverencia, pues le corresponde a la Santidad Misma, que camina a tu lado, transformando con Su dulce Luz todas las cosas en Su semejanza y en Su pureza.
Citas: lecciones 200, 125, 126,156 Un Curso De Milagros
José G. Medina (www.cheo.es)
Encuentros de Un Curso De Milagros
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