Inicio Curiosidades Laureano Márquez: “¡Esa obsesión con la gente de armas es enfermiza!”

Laureano Márquez: “¡Esa obsesión con la gente de armas es enfermiza!”

El humorista ha sido un entusiasta de la consulta popular que se realizó ayer. Asegura que hay que ser optimista cuando la voluntad ciudadana se expresa. Sin embargo, advierte que esa tendencia de esperar un personaje de mano dura para solucionar los problemas es de atención psiquiátrica

Humberto Sánchez Amaya

Laureano Márquez hace una pausa para esta entrevista. Es un paréntesis en un proyecto que ocupa buena parte de su tiempo: un libro sobre lo que ocurre en Venezuela que se publicará en Italia. Para los venezolanos no habrá novedades, pero allá es mucho lo que tienen que entender.

No pasa inadvertido en el centro comercial que está ubicado en la zona donde vive. La gente lo saluda. Son sus vecinos, a quienes él responde siempre sonriente, de forma cordial. Entra a un local y pide un café con Toddy, pero no tienen la bebida achocolatada. Se conforma entonces con un marrón.

Ha sido un entusiasta de la consulta popular que se realizó ayer. “Hay que ser optimista cuando la voluntad de los ciudadanos se expresa”, indica el humorista, que estudió Ciencias Políticas en la UCV.

—¿La participación masiva se puede interpretar como un paso que acerca aún más la salida de Nicolás Maduro?

—Así es. El deseo de cambio de una sociedad. Hay que decir que no es fácil para la gente expresar su desacuerdo con el gobierno, pues desde Hugo Chávez sabemos que eso se paga muy caro. Te persiguen y no te dan trabajo, entre otras cosas. Estamos acostumbrados al maltrato y eso explicaría las razones de aquellos que se abstienen de votar. El gobierno ha generado miedo, incluso ahora está diciendo: “Te mato, te encarcelo, te lanzo una bomba lacrimógena, te allano tu apartamento… Te digo que no eres gente”.

— ¿Ve posibilidades de reconciliación en el país?

—Estamos en un choque de trenes, pero hay que reconciliarse. Según las encuestas, Nicolás Maduro tiene alrededor de 20% de apoyo. Con menos de 20% hay presidentes que se mantienen estables en el mundo. Por eso tenemos que construir un modelo de sociedad que incluya, en el que disentir sea parte de la normalidad de la vida, que no signifique aniquilar al que piense distinto.

—¿Cuándo Laureano Márquez se dio cuenta de que Hugo Chávez sería perjudicial para el país?

—No me gustaría vanagloriarme, pero me di cuenta antes de las elecciones de 1998. Su discurso de campaña era sumamente peligroso. Era intolerante, agresivo y populista. Pero nunca imaginé que el sistema institucional venezolano era tan débil, tan moldeable y desmontable. Pensé que teníamos una democracia con mayor músculo. Creí que serían unos años de pesadilla y después tendríamos que enmendar la plana. Pero no resultó así.

—En el libro que publicará en Italia hará obviamente la distinción entre el gobierno de Hugo Chávez y el de Nicolás Maduro. Al primero lo califica de “dictablanda” y al segundo de dictadura, ¿por qué?

—Hugo Chávez contó con un gran respaldo popular. No necesitó ejercer una represión brutal contra la población. La violencia era controlada y hacía su trabajo de desmontar el aparato institucional para colocarlo a su servicio. En algunos casos echó para atrás algunas medidas. Era autoritario y arbitrario, pero no necesitó un ejercicio dictatorial tan marcado.

Una vecina interrumpe la entrevista. Lo saluda con cariño y le pregunta por qué no ha vuelto al gimnasio. Ha estado ocupado y también luchando contra las adversidades, le dice él. La mujer nota un cambio en su modo de hablar y así se lo hace saber: “Te escucho más serio”. Márquez asiente y contesta: “Es verdad. La gracia la perdí completamente, pero la recuperaremos; si no, cambio de profesión”.

—Acaba de decir que perdió la gracia. Comentarios similares son cada vez más comunes. Me gustaría escuchar sus razones.

—Siento que el momento es muy dramático, aunque eso no es excusa porque el humor está hecho para momentos así. Trato de mantenerlo, claro. En otros tiempos en los que el destino del país no era tan agobiante, uno podía reducir las cosas más fácilmente al humor. En este tiempo uno siente la necesidad de decir tanto que quiere hacerlo de una manera que quede claro, con cierto tono y preocupación. Entonces, la gracia no brota tanto como otros asuntos más analíticos.

—Una encuesta publicada por Polítika UCAB indica que el apoyo a la democracia ha disminuido a medida que aumenta la crisis. En 2012, 85,3% la apoyaba, pero cifras recientes muestran que ese respaldo disminuyó a 64%. Igualmente, aumentó el apoyo a un gobierno de mano dura, de 15% en 2012 a 28,8%.

—¡Wow! Es muy preocupante. Pareciera que el país no ha aprendido un carajo en 200 años. Nuestra gran tragedia se ha presentado cuando merma nuestra democracia y aumenta la apuesta autoritaria. Hugo Chávez llega al poder con el deseo de mano dura. ¡Esa obsesión con la gente de armas es enfermiza! Ameritaría que todo el país se siente en un diván a ser evaluado y medicado psiquiátricamente. No puede ser que con todo el padecimiento de guerras civiles y montoneras tengamos esas expectativas, cuando el momento más lúcido de Venezuela fue la democracia.

—La semana pasada hubo una marcha en la noche por los fallecidos, un hecho que quedó anulado por la aparición del funcionario del Cicpc Oscar Pérez

—¡Coño, sí! Este comentario va a resultar un poco antidemocrático. Le tengo miedo a esas cosas que mueven el delirio popular, entre otras cosas, porque es proclive a la mano dura. A ese señor no lo entiendo. No sé si es puesto por el gobierno para volver loca a la gente y distraerla, o es un voluntarista de la oposición. En ambos casos es grave. Genera unas expectativas absurdas y se entromete en un asunto que es de la colectividad y donde hay un liderazgo opositor organizado que toma decisiones. ¿En nombre de quién él ahora fija directrices? Sus palabras me parecen una vaina irresponsable. Representa además un camino que no quiero transitar porque tenemos todo que perder. Tenemos las armas sobre la cabeza. Por eso hay que apaciguarlas para que no nos sigan matando y potenciar el único poder que tenemos, el civil. Hacerle a Maduro ingobernable el país, no porque nos vamos a alzar en armas, sino porque no vamos a obedecer a un gobierno inaceptable. La desobediencia tiene que llegar a un punto que no se pueda reprimir. Si tienes a 12 millones de personas en desobediencia, tienes que tener 12 millones de policías.

—En una reciente entrevista con César Miguel Rondón enalteció los logros del país desde la civilidad. A pesar de todo lo comentado, ¿hay esperanzas todavía?

—Sí. Es la única salvación que tenemos los venezolanos: potenciar nuestra capacidad de civiles. Es lo que nos ha salvado a lo largo de la historia. Venezuela es un gran país a pesar de los militares, que deben volver al rol que les corresponde, el de defensa de la nación supeditados al control civil y sin deliberación política. Ellos son los que tienen las armas. Si no, vamos a repartirlas entre todos los partidos políticos. Si la Fuerza Armada Nacional se convierte en un partido, entonces que haya igualdad de condiciones. La única fuerza en la que creo es la civil. Hay que generar una convicción íntima, hace falta un proceso de reeducación para la ciudadanía. No sabemos ser ciudadanos todavía. Pensamos que si sacamos dividendos y provechos, el país está bien, aunque eso lo destruya. Buena parte de la tragedia del chavismo se podría resumir en la frase de Mariano Picón Salas, quien hablaba del “vivamos, callemos y aprovechemos” en la sociedad venezolana. El chavismo fue un negocio fabuloso para todo el mundo. Contratos para ganar billete. Incluso, viajar fue un negocio fabuloso. Este fue el único país del mundo en el que salías de viaje y regresabas con más dinero del que tenías cuando salías. Era más rentable viajar que trabajar. Al final, nadie saca ganancia de la destrucción del país.

El país y La Rochela

Durante 10 años Laureano Márquez fue libretista y actor de Radio Rochela. Cuando se le pregunta cuál sketch de ese programa define mejor al país que actualmente vivimos, dice: “Si hablo de personajes, hay uno de Emilio Lovera muy bueno que decía ‘Ya vamos pa’llá’. Era una persona que nunca resolvía nada y siempre respondía eso. También recuerdo uno de Fausto Verdial que tenía un árbol que crecía mientras buscaba el permiso para sembrarlo”.

Hace unos días en Twitter La Rochela fue tendencia. Muchos compararon las cadenas de los candidatos a la constituyente con el programa. “Hay una diferencia. Nosotros éramos inofensivos, mientras que detrás de este gobierno hay una tragedia. Es muy cruel que quien produce la tragedia se ríe de la víctima”.

Fuente http://www.el-nacional.com/noticias/entretenimiento/laureano-marquez-esa-obsesion-con-gente-armas-enfermiza_193589

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El humorista ha sido un entusiasta de la consulta popular que se realizó ayer. Asegura que hay que ser optimista cuando la voluntad ciudadana se expresa. Sin embargo, advierte que esa tendencia de esperar un personaje de mano dura para solucionar los problemas es de atención psiquiátrica

Humberto Sánchez Amaya

Laureano Márquez hace una pausa para esta entrevista. Es un paréntesis en un proyecto que ocupa buena parte de su tiempo: un libro sobre lo que ocurre en Venezuela que se publicará en Italia. Para los venezolanos no habrá novedades, pero allá es mucho lo que tienen que entender.

No pasa inadvertido en el centro comercial que está ubicado en la zona donde vive. La gente lo saluda. Son sus vecinos, a quienes él responde siempre sonriente, de forma cordial. Entra a un local y pide un café con Toddy, pero no tienen la bebida achocolatada. Se conforma entonces con un marrón.

Ha sido un entusiasta de la consulta popular que se realizó ayer. “Hay que ser optimista cuando la voluntad de los ciudadanos se expresa”, indica el humorista, que estudió Ciencias Políticas en la UCV.

—¿La participación masiva se puede interpretar como un paso que acerca aún más la salida de Nicolás Maduro?

—Así es. El deseo de cambio de una sociedad. Hay que decir que no es fácil para la gente expresar su desacuerdo con el gobierno, pues desde Hugo Chávez sabemos que eso se paga muy caro. Te persiguen y no te dan trabajo, entre otras cosas. Estamos acostumbrados al maltrato y eso explicaría las razones de aquellos que se abstienen de votar. El gobierno ha generado miedo, incluso ahora está diciendo: “Te mato, te encarcelo, te lanzo una bomba lacrimógena, te allano tu apartamento… Te digo que no eres gente”.

— ¿Ve posibilidades de reconciliación en el país?

—Estamos en un choque de trenes, pero hay que reconciliarse. Según las encuestas, Nicolás Maduro tiene alrededor de 20% de apoyo. Con menos de 20% hay presidentes que se mantienen estables en el mundo. Por eso tenemos que construir un modelo de sociedad que incluya, en el que disentir sea parte de la normalidad de la vida, que no signifique aniquilar al que piense distinto.

—¿Cuándo Laureano Márquez se dio cuenta de que Hugo Chávez sería perjudicial para el país?

—No me gustaría vanagloriarme, pero me di cuenta antes de las elecciones de 1998. Su discurso de campaña era sumamente peligroso. Era intolerante, agresivo y populista. Pero nunca imaginé que el sistema institucional venezolano era tan débil, tan moldeable y desmontable. Pensé que teníamos una democracia con mayor músculo. Creí que serían unos años de pesadilla y después tendríamos que enmendar la plana. Pero no resultó así.

—En el libro que publicará en Italia hará obviamente la distinción entre el gobierno de Hugo Chávez y el de Nicolás Maduro. Al primero lo califica de “dictablanda” y al segundo de dictadura, ¿por qué?

—Hugo Chávez contó con un gran respaldo popular. No necesitó ejercer una represión brutal contra la población. La violencia era controlada y hacía su trabajo de desmontar el aparato institucional para colocarlo a su servicio. En algunos casos echó para atrás algunas medidas. Era autoritario y arbitrario, pero no necesitó un ejercicio dictatorial tan marcado.

Una vecina interrumpe la entrevista. Lo saluda con cariño y le pregunta por qué no ha vuelto al gimnasio. Ha estado ocupado y también luchando contra las adversidades, le dice él. La mujer nota un cambio en su modo de hablar y así se lo hace saber: “Te escucho más serio”. Márquez asiente y contesta: “Es verdad. La gracia la perdí completamente, pero la recuperaremos; si no, cambio de profesión”.

—Acaba de decir que perdió la gracia. Comentarios similares son cada vez más comunes. Me gustaría escuchar sus razones.

—Siento que el momento es muy dramático, aunque eso no es excusa porque el humor está hecho para momentos así. Trato de mantenerlo, claro. En otros tiempos en los que el destino del país no era tan agobiante, uno podía reducir las cosas más fácilmente al humor. En este tiempo uno siente la necesidad de decir tanto que quiere hacerlo de una manera que quede claro, con cierto tono y preocupación. Entonces, la gracia no brota tanto como otros asuntos más analíticos.

—Una encuesta publicada por Polítika UCAB indica que el apoyo a la democracia ha disminuido a medida que aumenta la crisis. En 2012, 85,3% la apoyaba, pero cifras recientes muestran que ese respaldo disminuyó a 64%. Igualmente, aumentó el apoyo a un gobierno de mano dura, de 15% en 2012 a 28,8%.

—¡Wow! Es muy preocupante. Pareciera que el país no ha aprendido un carajo en 200 años. Nuestra gran tragedia se ha presentado cuando merma nuestra democracia y aumenta la apuesta autoritaria. Hugo Chávez llega al poder con el deseo de mano dura. ¡Esa obsesión con la gente de armas es enfermiza! Ameritaría que todo el país se siente en un diván a ser evaluado y medicado psiquiátricamente. No puede ser que con todo el padecimiento de guerras civiles y montoneras tengamos esas expectativas, cuando el momento más lúcido de Venezuela fue la democracia.

—La semana pasada hubo una marcha en la noche por los fallecidos, un hecho que quedó anulado por la aparición del funcionario del Cicpc Oscar Pérez

—¡Coño, sí! Este comentario va a resultar un poco antidemocrático. Le tengo miedo a esas cosas que mueven el delirio popular, entre otras cosas, porque es proclive a la mano dura. A ese señor no lo entiendo. No sé si es puesto por el gobierno para volver loca a la gente y distraerla, o es un voluntarista de la oposición. En ambos casos es grave. Genera unas expectativas absurdas y se entromete en un asunto que es de la colectividad y donde hay un liderazgo opositor organizado que toma decisiones. ¿En nombre de quién él ahora fija directrices? Sus palabras me parecen una vaina irresponsable. Representa además un camino que no quiero transitar porque tenemos todo que perder. Tenemos las armas sobre la cabeza. Por eso hay que apaciguarlas para que no nos sigan matando y potenciar el único poder que tenemos, el civil. Hacerle a Maduro ingobernable el país, no porque nos vamos a alzar en armas, sino porque no vamos a obedecer a un gobierno inaceptable. La desobediencia tiene que llegar a un punto que no se pueda reprimir. Si tienes a 12 millones de personas en desobediencia, tienes que tener 12 millones de policías.

—En una reciente entrevista con César Miguel Rondón enalteció los logros del país desde la civilidad. A pesar de todo lo comentado, ¿hay esperanzas todavía?

—Sí. Es la única salvación que tenemos los venezolanos: potenciar nuestra capacidad de civiles. Es lo que nos ha salvado a lo largo de la historia. Venezuela es un gran país a pesar de los militares, que deben volver al rol que les corresponde, el de defensa de la nación supeditados al control civil y sin deliberación política. Ellos son los que tienen las armas. Si no, vamos a repartirlas entre todos los partidos políticos. Si la Fuerza Armada Nacional se convierte en un partido, entonces que haya igualdad de condiciones. La única fuerza en la que creo es la civil. Hay que generar una convicción íntima, hace falta un proceso de reeducación para la ciudadanía. No sabemos ser ciudadanos todavía. Pensamos que si sacamos dividendos y provechos, el país está bien, aunque eso lo destruya. Buena parte de la tragedia del chavismo se podría resumir en la frase de Mariano Picón Salas, quien hablaba del “vivamos, callemos y aprovechemos” en la sociedad venezolana. El chavismo fue un negocio fabuloso para todo el mundo. Contratos para ganar billete. Incluso, viajar fue un negocio fabuloso. Este fue el único país del mundo en el que salías de viaje y regresabas con más dinero del que tenías cuando salías. Era más rentable viajar que trabajar. Al final, nadie saca ganancia de la destrucción del país.

El país y La Rochela

Durante 10 años Laureano Márquez fue libretista y actor de Radio Rochela. Cuando se le pregunta cuál sketch de ese programa define mejor al país que actualmente vivimos, dice: “Si hablo de personajes, hay uno de Emilio Lovera muy bueno que decía ‘Ya vamos pa’llá’. Era una persona que nunca resolvía nada y siempre respondía eso. También recuerdo uno de Fausto Verdial que tenía un árbol que crecía mientras buscaba el permiso para sembrarlo”.

Hace unos días en Twitter La Rochela fue tendencia. Muchos compararon las cadenas de los candidatos a la constituyente con el programa. “Hay una diferencia. Nosotros éramos inofensivos, mientras que detrás de este gobierno hay una tragedia. Es muy cruel que quien produce la tragedia se ríe de la víctima”.

Fuente http://www.el-nacional.com/noticias/entretenimiento/laureano-marquez-esa-obsesion-con-gente-armas-enfermiza_193589

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