Manifestantes opositores se enfrentan a la Guardia Nacional Bolivariana, el sábado, en Caracas. MIGUEL GUTIÉRREZ EFE
El Gobierno debe liderar una ofensiva diplomática que salve al país del caos
El desafío al sistema democrático venezolano que ha lanzado Nicolás Madurocon la convocatoria de unas elecciones ilegales para formar una nueva Asamblea Constituyente exige un esfuerzo de la comunidad internacional que detenga este golpe institucional.
La votación que el régimen venezolano quiere realizar este próximo domingo constituye un mazazo mortal al órgano que representa legítimamente la soberanía del pueblo, que no es otro que su Asamblea Nacional. Esta fue democráticamente elegida en diciembre de 2015 y es el único poder que, por ahora, escapa al control monolítico del chavismo. Maduro, saltándose la Constitución que juró defender —impulsada, por cierto, por Hugo Chávez—, pretende disolver el Parlamento y elegir una nueva Asamblea con el mandato de elaborar una constitución a su medida. Para ello ha elaborado unas reglas de elección de candidatos que van contra el más mínimo sentido común democrático. Lo que Venezuela va a vivir el próximo domingo es una pantomima con la que el régimen, caracterizado por su desastrosa gestión, quiere eliminar cualquier rastro de oposición.
España ha asumido por tanto un protagonismo en la crisis institucional venezolana que no puede abandonar. Ante la gravedad de lo que está a punto de suceder en el país sudamericano, debe liderar un esfuerzo que aúne a los países europeos, latinoamericanos y a Estados Unidos: el objetivo es hacer llegar al régimen chavista un mensaje inequívoco de las consecuencias que tendrá la destrucción definitiva del sistema democrático venezolano para los responsables de esa acción. Maduro y sus colaboradores deben saber que sus actos no van a quedar impunes. Y que no deberían cruzar la línea de no retorno que supondrá llevar a cabo finalmente el simulacro de votación del domingo.
La comunidad internacional no puede asistir impasible al hundimiento completo de un gran país latinoamericano que ha tenido la desgracia de caer en manos de un grupo de gobernantes sin escrúpulos. Y España debe contribuir al movimiento que, pacíficamente y de manera acompasada, ayude al pueblo venezolano a recuperar la democracia.
Fuente El Paíshttps://elpais.com/elpais/2017/07/23/opinion/1500819565_894962.html