Es reconocida como una de las más grandes pianistas de la historia y la más prolífica de América Latina durante la última década del siglo XIX y las dos primeras del XX, la venezolana María Teresa Carreño será recordada este lunes con una muestra iconográfica en su honor.
El reconocimiento, en el centenario de la muerte de la destacada artista, ocurrida el 12 de junio de 1917, correrá a cargo del Complejo Cultural que desde 1983 lleva su nombre, en Caracas, Venezuela, el cual es considerado el más vasto de América Latina.
De acuerdo con un portal de noticias venezolano, la exposición sobre las diversas etapas de la vida de la artista estará abierta hasta septiembre. Además, será lanzado el Sistema de gestión digital Teresa Carreño, que permitirá al público consultar datos hemerográficos, partituras, fotografías y material audiovisual sobre la artista.
Conocida por sus contemporáneos como «La Walkiria del piano» o «La Brünhilde del teclado», por la fuerza y pasión que imprimía a sus interpretaciones, María Teresa Carreño nació en Caracas, Venezuela, el 22 de diciembre de 1853.
De acuerdo con el portal de la Universidad del Zulia, desde niña fue tan notable su inclinación por la música, que con apenas ocho años de edad sus padres la llevaron a Nueva York donde debutaría en el Irving Hall, el 25 de noviembre de 1862.
Según el portal «biografiasyvidas», después de dicho recital fue invitada a tocar ante el presidente Abraham Lincoln, en la Casa Blanca, para luego continuar sus estudios con los maestros Louis Gottschalk y Anton Rubinstein, y en 1863 actuar como solista en la Filarmónica de Boston.
En 1866 se trasladó a París, país en el completó su formación musical e inició su carrera como concertista en 1871, con presentaciones en los principales recintos de Europa y América, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Fue a los 20 años de edad cuando se casó con el violinista de fama internacional Emile Sauret (1873), matrimonio que duró solo dos años.
En 1876 contrajó matrimonio con el cantante de ópera Giovanni Tagliapetra, con quien creó la compañía de conciertos Carreño-Donaldi Operatic Gem Company.
En 1885, su fama internacional le sirvió para regresar a su natal Caracas, Venezuela, y al año siguiente, por encargo del presidente Antonio Guzmán Blanco organizó la temporada de ópera de Caracas, la cual fracasó debido a la actitud de la alta sociedad caraqueña, que no asistió a las funciones en repudio a una mujer divorciada.
En 1889, fijó su residencia en Berlín, donde ejerció su carrera de solista con la Orquesta Filarmónica de esa ciudad, en la que tres años más tarde se convertió en la esposa del pianista Eugene D’Albert, unión que concluyó en 1895.
Según el mismo artículo de la Universidad de Zulia, en asuntos de amores, Teresa Carreño no tuvo la misma suerte que en sus actuaciones profesionales, pues en 1901 inició su cuarto matrimonio con el hermano de su segundo marido, Arturo Tagliapetra.
Con el inicio de la Gran Guerra, la artista abandonó Alemania y tras una gira de conciertos en España y otra en Cuba se radicó definitivamente en Nueva York.
Entre sus obras más reconocidas se encuentran piezas memorables como su «Himno a Bolívar» y el «Cuarteto para cuerdas en si bemol», además del «Vals Teresita», dedicado a su hija.
Su último recital tuvo como sede La Habana, Cuba, en marzo de 1917, en el que no obstante que había una amenaza en su contra, la pianista actuó brillantemente.
El inmenso talento de Teresa Carreño dejó de deleitar al mundo, la noche del 12 de junio de 1917, en Nueva York, ciudad que la vio crecer y que fue el lugar de su primera tumba, pues sus cenizas fueron trasladadas a Venezuela en 1938 y desde diciembre de 1977 reposan en el Panteón Nacional.