Miles de personas llegan a España huyendo del régimen chavista y los más ricos aprovechan para montar empresas o comprar edificios lujosos.
Charo Carracedo
En marzo abrió en Madrid el centro comercial tipo outlet más grande de Europa. Se llama Sambil y pertenece a una de las familias más adineradas de Venezuela, los Cohen, un clan liderado por Alfredo Cohen que ha desembarcado en España con intención de quedarse. Sambil es la punta del iceberg de un negocio inmobiliario que las grandes fortunas venezolanas están llevando a cabo en España, y que aumenta cada año desde el verano de 2012, cuando en plena crisis se vendió el emblemático edificio situado en el número 11 de la calle Príncipe de Vergara de Madrid. La empresa Renta Corporación reconoció habérselo vendido a un grupo de venezolanos por 4.000 euros el metro cuadrado. Ahora en el inmueble hay 25 viviendas de lujo cuyo precio oscila en torno a 9.000 euros el metro cuadrado.
Otro gran inversor venezolano es Miguel Ángel Capriles, hasta hace unos meses consejero de Abanca y pariente del líder opositor Henrique Capriles, que compró magníficos edificios en la capital española en las calles Barquillo, Fernando VI, Españoleto y Lagasca, todos ellos destinados al lujo, además del Patio Maravillas, en el barrio de Malasaña, un edificio municipal cuya subasta pública supuso muchos dolores de cabeza al ayuntamiento. Su última aventura se levantará en la selecta colonia de El Viso, donde las viviendas pueden llegar a alcanzar los diez millones de euros. Allí se ha quedado con Villa San José, la finca que los jesuitas destinaban a sede de las revistas Razón y fe y Fomento Social y a residencia de parte de su comunidad.
Y poco más se sabe de quiénes son en realidad los venezolanos que se están quedando con los edificios más emblemáticos del centro de Madrid. Son muy celosos de su intimidad. En sus contratos de compra exigen cláusulas de confidencialidad estrictas para que su capital no quede expuesto o para que no llegue a su país la información sobre las operaciones que realizan. Temen represalias sobre familiares que se han quedado en Venezuela o sobre los bienes que no han podido sacar del país. Muchos pagan a precio de oro y alguna vez han intentado hacerlo incluso en efectivo, algo prohibido en España.Compran edificios enteros y los rehabilitan para uso propio o para vender a familias afines y sacarle rentabilidad a la inversión. Pueden llegar a ganar hasta un 50% por encima de lo invertido. Buscan exclusividad, con diseños ultramodernos y vanguardistas combinados con estética señorial y distinguida. Y con comodidades: conserjes, gimnasio, piscina, seguridad privada… Les gusta vivir de puertas hacia dentro, por lo que los interiores de estos edificios son espectaculares, uno de ellos cuenta con el jardín vertical más alto de España y las viviendas que dan al interior de estos edificios a veces son incluso más costosas que las que dan al exterior.
Fuente http://www.tiempodehoy.com/espana/la-nueva-jet-set-madrilena