Inicio Revista Venezolana Italia Ron Davis Álvarez, el venezolano con el oficio más noble del mundo

Ron Davis Álvarez, el venezolano con el oficio más noble del mundo

Es músico, pero, sobre todo, es maestro. Formado en el Sistema de Orquestas de Venezuela, la Fundación Varkey podría otorgarle en marzo el Global Teacher Prize, considerado el Nobel de la enseñanza, por su labor con niños huérfanos y refugiados.

Nicola Rocco

«Si usted está nominado entre los mejores profesores del mundo, eso quiere decir que cuando usted sea el mejor del mundo, que ya lo es, no va a dejarnos, ¿verdad?».

Melvin Lala, el joven refugiado albanés que enviaba ese mensaje por WhatsApp, desde Alemania, tiene una certeza: no hay otro maestro como Ron Davis Álvarez. No, para él. Justamente por eso, aquel día le rondaba un legítimo temor a la par de una alegría: es probable que la Fundación Varkey, que entrega por tercera vez el Global Teacher Prize -valorado como el Nobel de la enseñanza-, lo acompañe en su convicción y en marzo ratifique al músico venezolano de 31 años como el educador más sobresaliente de 2017. De ser así, se haría merecedor de un millón de dólares que le permitiría ampliar y continuar su labor pedagógica. Entonces, quizá, el estimado profesor deberá llevar adelante otros proyectos que lo alejen de él y de sus 26 compañeros que hoy integran la Orquesta de Sueños El Sistema Suecia, creada por Álvarez en Gotemburgo, en junio de 2016, para hacer de la música el instrumento pilar que ayude a niños y adolescentes refugiados a integrarse a una sociedad y una cultura que les ha acogido, pero que les es definitivamente ajena.

Albania, Afganistán, Eritrea, Irak, Siria… La mayoría proviene de la guerra y las privaciones, sus vidas breves saben cuán largos pueden ser los brazos del horror. Tienen entre ocho y 19 años y casi todos llegaron solos al país europeo tras franquear bombas, hambre, frío, persecuciones. «Allí no tienen familia. Yo soy su familia y entre ellos mismos han establecido lazos para construirse una nueva -indicaba Ron, de paso por Venezuela. Me llaman a cualquier hora, a las dos de la mañana, para preguntarme cosas de trabajo o personales. Yo los atiendo. A algunos les doy clases por Skype. Es lo que siempre he querido: tener una relación así de cercana con mis alumnos».

Uno de esos estudiantes que recibe clases ahora por Skype es, precisamente, Melvin Lala, quien ha sido deportado de vuelta a Albania. Un registro de huella en Alemania, antes de cruzar a Suecia, lo puso en ese trance. «Me dijo que quería seguir con el violín. Que nunca fue bueno en la escuela, pero que con el violín entendió que era bueno para algo. Cuando oyes eso sabes que vas por el camino correcto». El hermano gemelo de Melvin, Kelvin Lala, permanece en Gotemburgo. El deseo de Ron es reunirlos de nuevo.    


Tanto con los albaneses como con los otros integrantes de la Orquesta de Sueños, Álvarez se comunica en inglés, una lengua que están aprendiendo. En el grupo hablan siete idiomas. Frente a frente la música es el dialecto fundamental, fundacional. «Realmente, no hace falta el lenguaje para entendernos. Igual se generan situaciones muy cómicas. De todas formas, claro que es un reto, pero hay técnicas que permiten mantener la disciplina de modo que se puede lograr que entiendan y aprendan».

También apelan al inglés los muchachos que le escriben desde Groenlandia. Un grupo de niños huérfanos, con traumas severos, que viven en el Círculo Polar Ártico en Umanak. Allí fundó en 2011, con 13 pequeños, una orquesta que hoy continúa sus actividades con 50 integrantes, pues, tras su partida, otra profesional venezolana, Sofía Hernández, tomó la batuta. En Umanak permaneció largo tiempo. «Tres años que están entre los más maravillosos de mi vida a pesar del frío y la oscuridad. Para llegar allá deben tomarse seis aviones, un helicóptero y un trineo sobre hielo, pero cuando ves el resultado, la transformación de los chicos, nada de eso pesa. Es un proceso que los cambia desde la primera clase porque van mejorando su autoconfianza y porque estás aportándoles un oficio que los hace sentirse orgullosos».  

A los primeros participantes de la agrupación de Groenlandia los trajo para que se presentaran en el país. Lo hizo en asociación con Marcus Tobías, creador del proyecto Niños en la Cumbre. «Nunca habían visto unos árboles, un sol así. Tocaron y luego hicimos una expedición al Auyantepuy con los muchachos que entrena Marcus». Ojalá, piensa, pueda hacer algo similar con el ensamble que dirige en Gotemburgo.

La idea, la necesidad de fundar la Orquesta de Sueños surgió un día de 2016 cuando tomaba un tren en Estocolmo. «Había un alboroto y veo que venían llegando niños como empolvados, sucios, cansados, con una cara de trauma evidente. Eran muchísimos. Pasaban y les entregaban un cambur», recuerda el venezolano.

Suecia es la nación de la Unión Europea que recibe más refugiados per capita -supera a Alemania-, según reseña Carmen Calvo en ABC. En 2015, obtuvo unas 160.000 peticiones de asilo, 35.000 provenientes de menores de edad de acuerdo con la Televisión Española.

«Cuando vi aquello pregunté de dónde venían esas criaturas y me contestaron que, probablemente, de Siria, de Afganistán, que eran refugiados. Me dije, entonces, que si me instalaba allá, mi proyecto sería la integración de esos jóvenes refugiados a la sociedad sueca a través de la música», explicaba quien es egresado del Instituto Universitario De Estudios Musicales (IUDEM) y violinista formado en el Sistema de Orquestas y Coros que José Antonio Abreu fundara en 1975, una enseñanza que se ha empeñado en replicar en tantos países como sea posible. Sesenta y cinco naciones han adoptado ya programas inspirados en el método venezolano y Ron ha colaborado con más de una docena a lo largo del proceso. 

Por esos días, precisamente, había sido invitado a fungir un año como gerente de desarrollo y entrenamiento en El Sistema Suecia, establecido desde 2010, cuando Gustavo Dudamel era el director de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo. En una casa de refugiados adolescentes, pues, comenzó esta labor. En principio, solo acudieron al llamado tres jóvenes. Hoy son 26, entre los que se encuentran, asimismo, niños suecos que se han incorporado a las clases.

«Cuando empecé con ellos, estaba por dirigir, en dos semanas, el concierto Side by Side (campamento internacional que congrega a niños y jóvenes de naciones donde se ha implementado El Sistema). Así que comuniqué mi intención de llevar al grupo, que ya era de 13, a tocar junto a los muchachos de Groenlandia, que iban a Suecia y abrirían el encuentro con una presentación donde participarían 1.250 niños, entre coro y orquesta».

Una tarea imposible… No para Ron. «Necesitaba llevarlos, mostrarles el poder de la música, necesitaba que se enamoraran de eso. Algo difícil de entender es que el método de El Sistema tiene resultados inmediatos. Esa es su magia: te muestra que puedes desde el principio. Te tumba esa barrera que te hace creer que no puedes lograr nada. Eso no quiere decir que, necesariamente, todos van a dedicarse a la música, pero la música va a ayudarles a ser mejores seres humanos, va a enriquecerlos».

«No hay una cultura de la crítica sino del estímulo», acotaba el director de orquesta británico Simon Rattle en el documental Tocar y Luchar. Ese es el quid del asunto. Así, pues, no importó una que otra nota a destiempo. El público, sabio, los aplaudió a rabiar. «Imagínate, un niño que viene de una guerra, que está acostumbrado al ruido de las bombas y estás sustituyéndole eso por los aplausos. Quizá no puedo cambiarle lo que ha pasado en su vida, pero sí puedo transformarle lo que viene para su futuro, puedo mejorárselo dándole una oportunidad a través de la música».

Lo ha demostrado por la vía de los hechos, aunque no siempre le entienden de entrada. No en balde, la Fundación Varkey le ha incluido entre «los 50 mejores maestros del mundo», tras una lista que partió con 20.000 nominados de 179 países. De esos 50, nueve son latinoamericanos. Esta semana la selección se reducirá a 10 escogidos que asistirán a la premiación el 19 de marzo en Dubai, donde se anunciará el ganador. El músico venezolano no sabe si formará parte de esa afortunada decena, pero está claro en que nada le impedirá continuar con su trabajo, no solo con los niños sino con los propios educadores.

«Una de las preguntas que te hacen es qué harías si ganas el dinero. Siempre he soñado con crear una fundación que pueda apoyar el efecto multiplicador de la docencia. Porque tenemos que trabajar por los niños, pero también debemos formar nuevos docentes, tanto en Venezuela como en el resto del mundo. Nuestro país tiene el Sistema de Orquestas que es un modelo de enseñanza a nivel global. Una fundación podría ayudar a otras naciones, sin excluir a la nuestra, a multiplicar la filosofía del maestro José Antonio Abreu, porque todo esto es gracias a él. La idea maravillosa ha sido de él. Yo solo trato de difundirla. Este sería su premio». 

Fuente ESTAMPAShttp://www.estampas.com/entretenimiento/170212/ron-davis-alvarez-el-oficio-mas-noble-del-mundo

 

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Ron Davis Álvarez, el venezolano con el oficio más noble del mundo

Es músico, pero, sobre todo, es maestro. Formado en el Sistema de Orquestas de Venezuela, la Fundación Varkey podría otorgarle en marzo el Global Teacher Prize, considerado el Nobel de la enseñanza, por su labor con niños huérfanos y refugiados.

Nicola Rocco

«Si usted está nominado entre los mejores profesores del mundo, eso quiere decir que cuando usted sea el mejor del mundo, que ya lo es, no va a dejarnos, ¿verdad?».

Melvin Lala, el joven refugiado albanés que enviaba ese mensaje por WhatsApp, desde Alemania, tiene una certeza: no hay otro maestro como Ron Davis Álvarez. No, para él. Justamente por eso, aquel día le rondaba un legítimo temor a la par de una alegría: es probable que la Fundación Varkey, que entrega por tercera vez el Global Teacher Prize -valorado como el Nobel de la enseñanza-, lo acompañe en su convicción y en marzo ratifique al músico venezolano de 31 años como el educador más sobresaliente de 2017. De ser así, se haría merecedor de un millón de dólares que le permitiría ampliar y continuar su labor pedagógica. Entonces, quizá, el estimado profesor deberá llevar adelante otros proyectos que lo alejen de él y de sus 26 compañeros que hoy integran la Orquesta de Sueños El Sistema Suecia, creada por Álvarez en Gotemburgo, en junio de 2016, para hacer de la música el instrumento pilar que ayude a niños y adolescentes refugiados a integrarse a una sociedad y una cultura que les ha acogido, pero que les es definitivamente ajena.

Albania, Afganistán, Eritrea, Irak, Siria… La mayoría proviene de la guerra y las privaciones, sus vidas breves saben cuán largos pueden ser los brazos del horror. Tienen entre ocho y 19 años y casi todos llegaron solos al país europeo tras franquear bombas, hambre, frío, persecuciones. «Allí no tienen familia. Yo soy su familia y entre ellos mismos han establecido lazos para construirse una nueva -indicaba Ron, de paso por Venezuela. Me llaman a cualquier hora, a las dos de la mañana, para preguntarme cosas de trabajo o personales. Yo los atiendo. A algunos les doy clases por Skype. Es lo que siempre he querido: tener una relación así de cercana con mis alumnos».

Uno de esos estudiantes que recibe clases ahora por Skype es, precisamente, Melvin Lala, quien ha sido deportado de vuelta a Albania. Un registro de huella en Alemania, antes de cruzar a Suecia, lo puso en ese trance. «Me dijo que quería seguir con el violín. Que nunca fue bueno en la escuela, pero que con el violín entendió que era bueno para algo. Cuando oyes eso sabes que vas por el camino correcto». El hermano gemelo de Melvin, Kelvin Lala, permanece en Gotemburgo. El deseo de Ron es reunirlos de nuevo.    


Tanto con los albaneses como con los otros integrantes de la Orquesta de Sueños, Álvarez se comunica en inglés, una lengua que están aprendiendo. En el grupo hablan siete idiomas. Frente a frente la música es el dialecto fundamental, fundacional. «Realmente, no hace falta el lenguaje para entendernos. Igual se generan situaciones muy cómicas. De todas formas, claro que es un reto, pero hay técnicas que permiten mantener la disciplina de modo que se puede lograr que entiendan y aprendan».

También apelan al inglés los muchachos que le escriben desde Groenlandia. Un grupo de niños huérfanos, con traumas severos, que viven en el Círculo Polar Ártico en Umanak. Allí fundó en 2011, con 13 pequeños, una orquesta que hoy continúa sus actividades con 50 integrantes, pues, tras su partida, otra profesional venezolana, Sofía Hernández, tomó la batuta. En Umanak permaneció largo tiempo. «Tres años que están entre los más maravillosos de mi vida a pesar del frío y la oscuridad. Para llegar allá deben tomarse seis aviones, un helicóptero y un trineo sobre hielo, pero cuando ves el resultado, la transformación de los chicos, nada de eso pesa. Es un proceso que los cambia desde la primera clase porque van mejorando su autoconfianza y porque estás aportándoles un oficio que los hace sentirse orgullosos».  

A los primeros participantes de la agrupación de Groenlandia los trajo para que se presentaran en el país. Lo hizo en asociación con Marcus Tobías, creador del proyecto Niños en la Cumbre. «Nunca habían visto unos árboles, un sol así. Tocaron y luego hicimos una expedición al Auyantepuy con los muchachos que entrena Marcus». Ojalá, piensa, pueda hacer algo similar con el ensamble que dirige en Gotemburgo.

La idea, la necesidad de fundar la Orquesta de Sueños surgió un día de 2016 cuando tomaba un tren en Estocolmo. «Había un alboroto y veo que venían llegando niños como empolvados, sucios, cansados, con una cara de trauma evidente. Eran muchísimos. Pasaban y les entregaban un cambur», recuerda el venezolano.

Suecia es la nación de la Unión Europea que recibe más refugiados per capita -supera a Alemania-, según reseña Carmen Calvo en ABC. En 2015, obtuvo unas 160.000 peticiones de asilo, 35.000 provenientes de menores de edad de acuerdo con la Televisión Española.

«Cuando vi aquello pregunté de dónde venían esas criaturas y me contestaron que, probablemente, de Siria, de Afganistán, que eran refugiados. Me dije, entonces, que si me instalaba allá, mi proyecto sería la integración de esos jóvenes refugiados a la sociedad sueca a través de la música», explicaba quien es egresado del Instituto Universitario De Estudios Musicales (IUDEM) y violinista formado en el Sistema de Orquestas y Coros que José Antonio Abreu fundara en 1975, una enseñanza que se ha empeñado en replicar en tantos países como sea posible. Sesenta y cinco naciones han adoptado ya programas inspirados en el método venezolano y Ron ha colaborado con más de una docena a lo largo del proceso. 

Por esos días, precisamente, había sido invitado a fungir un año como gerente de desarrollo y entrenamiento en El Sistema Suecia, establecido desde 2010, cuando Gustavo Dudamel era el director de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo. En una casa de refugiados adolescentes, pues, comenzó esta labor. En principio, solo acudieron al llamado tres jóvenes. Hoy son 26, entre los que se encuentran, asimismo, niños suecos que se han incorporado a las clases.

«Cuando empecé con ellos, estaba por dirigir, en dos semanas, el concierto Side by Side (campamento internacional que congrega a niños y jóvenes de naciones donde se ha implementado El Sistema). Así que comuniqué mi intención de llevar al grupo, que ya era de 13, a tocar junto a los muchachos de Groenlandia, que iban a Suecia y abrirían el encuentro con una presentación donde participarían 1.250 niños, entre coro y orquesta».

Una tarea imposible… No para Ron. «Necesitaba llevarlos, mostrarles el poder de la música, necesitaba que se enamoraran de eso. Algo difícil de entender es que el método de El Sistema tiene resultados inmediatos. Esa es su magia: te muestra que puedes desde el principio. Te tumba esa barrera que te hace creer que no puedes lograr nada. Eso no quiere decir que, necesariamente, todos van a dedicarse a la música, pero la música va a ayudarles a ser mejores seres humanos, va a enriquecerlos».

«No hay una cultura de la crítica sino del estímulo», acotaba el director de orquesta británico Simon Rattle en el documental Tocar y Luchar. Ese es el quid del asunto. Así, pues, no importó una que otra nota a destiempo. El público, sabio, los aplaudió a rabiar. «Imagínate, un niño que viene de una guerra, que está acostumbrado al ruido de las bombas y estás sustituyéndole eso por los aplausos. Quizá no puedo cambiarle lo que ha pasado en su vida, pero sí puedo transformarle lo que viene para su futuro, puedo mejorárselo dándole una oportunidad a través de la música».

Lo ha demostrado por la vía de los hechos, aunque no siempre le entienden de entrada. No en balde, la Fundación Varkey le ha incluido entre «los 50 mejores maestros del mundo», tras una lista que partió con 20.000 nominados de 179 países. De esos 50, nueve son latinoamericanos. Esta semana la selección se reducirá a 10 escogidos que asistirán a la premiación el 19 de marzo en Dubai, donde se anunciará el ganador. El músico venezolano no sabe si formará parte de esa afortunada decena, pero está claro en que nada le impedirá continuar con su trabajo, no solo con los niños sino con los propios educadores.

«Una de las preguntas que te hacen es qué harías si ganas el dinero. Siempre he soñado con crear una fundación que pueda apoyar el efecto multiplicador de la docencia. Porque tenemos que trabajar por los niños, pero también debemos formar nuevos docentes, tanto en Venezuela como en el resto del mundo. Nuestro país tiene el Sistema de Orquestas que es un modelo de enseñanza a nivel global. Una fundación podría ayudar a otras naciones, sin excluir a la nuestra, a multiplicar la filosofía del maestro José Antonio Abreu, porque todo esto es gracias a él. La idea maravillosa ha sido de él. Yo solo trato de difundirla. Este sería su premio». 

Fuente ESTAMPAShttp://www.estampas.com/entretenimiento/170212/ron-davis-alvarez-el-oficio-mas-noble-del-mundo

 

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