En una entrevista exclusiva publicada por el diario Versión Final, el presidente de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, destacó que la política «no es su arena», esto porque varias encuestas en el país lo ubican como un líder apreciado para fungir como figura presidencial en Venezuela.
Una de las encuestas de febrero pasado, lanzadas por la empresa Datos, del economista Asdrúbal Oliveros, lo eleva en preferencia sobre Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, Leopoldo López, líder de Voluntad Popular hoy preso en Ramo Verde y Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda y dos veces candidato presidencial.
Mendoza se ha destacado como un vocero con mesura, que siempre se dirige al mandatario nacional como «señor Presidente», pero en la entrevista deja claro que rechaza totalmente el sistema de gobierno tradicional en Venezuela, que se ha enfatizado con la llamada «revolución».
«Nos han acostumbrado a que el Papá Estado lo provee todo, y nos dicen ´Yo Estado te resuelvo tus problemas, yo Estado soy más inteligente que tu, yo Estado puedo sustituir a cualquiera´, y sencillamente no pueden», comenta.
«Nadie puede sustituir tu inventiva, esa es mi convicción. Yo creo en la empresa privada y en la economía de mercado, de la que casi nadie habla en este país, ese modelo no tiene sustituto. Aquí hay que definir nuevamente la cancha, pero donde la capacidad de innovación sea abrazada por todo el mundo».
Pero es enfático al recalcar que su carácter no se adapta a la política. «Yo no sirvo para eso (…) Todo el mundo habla de política y eso tiene ahogada a Venezuela, tiene ahogado al país, esa no es mi arena, yo no sirvo para eso, por lo menos no en la Venezuela que tenemos ahora. Hay que decir demasiadas mentiras y ser demasiado hipócrita para ser político y yo no sirvo para esa vaina», agregó.
Mendoza ha tenido resonancia por la guerra que ha implementado el gobierno contra las empresas que dirige, que obligó recientemente la paralización de las plantas cerveceras. La Polar mantiene una deuda con proveedores de más de 360 millones de dólares, el cierre de plantas por falta de materia prima y la negativa del Gobierno de liquidar divisas.
