Mientras más aprendo sobre el cacao más aprecio el increíble esfuerzo que están haciendo los chocolateros venezolanos por desarrollar marcas, tabletas y bombones de excelente calidad, y tanta es que no paran de ser premiados en el exterior.
Siendo Venezuela un país donde se producen más de 25 variedades de cacao, es natural que el chocolate forme parte de nuestra dieta. Pero aún tenemos lecciones importantes que aprender sobre él, y una de ellas es qué lo diferencia de una golosina.
Empecemos por saber que una tableta de chocolate de calidad está compuesta básicamente por 70 por ciento de cacao, de los cuales 30 por ciento es manteca de cacao. Al contrario de un dulce o golosina (bombones, tabletas, pastillas, etc.) que contiene apenas 12 por ciento de pasta de cacao, 60 por ciento de azúcar más lecitina de soya, leche, entre otros ingredientes.
Catar chocolate no es solo saborear. Una cata consiste en degustar y percibir un producto a través de todos los sentidos. En el caso del chocolate, y creo que en casi todos, se comienza por la vista.
Al mirar, el color nos da pistas sobre su composición y puede variar desde blanco hasta marrón intenso, así como el brillo es indicador de un correcto templado. Seguidamente, lo olemos. Debe predominar el aroma a cacao, y también se pueden apreciar olores secundarios, dependiendo de los componentes añadidos.
Pasamos al tacto, oído y gusto. Se presiona el chocolate, y se parte. Debe ser crujiente y hacer un sonido de “clac” al quebrarse, pero al mismo tiempo fundirse entre los dedos debido a la temperatura corporal. Al llevarlo a la boca, el chocolate debe deshacerse rápidamente como signo de calidad, y esto gracias a la manteca de cacao. Finalmente se extiende por el paladar para distinguir notas dulces, ácidas y amargas, en un balance que debería resultar muy placentero.
Dicho todo esto, les cuento como lo aprendí. Fui invitada a la primera cata de chocolate, vinos y rones venezolanos que planearon la chef Kahrellia Rivero y el chocolatero Víctor Millán recientemente. Quienes participaron usaron adjetivos como fantástica, alucinante y reveladora para describir su experiencia.
Durante el evento predominaron los sabores locales y las sorpresas. Trufas de chocolate y sarrapia, de torta de bejarana, de merey pasao, de tocineta y pasas, de morcilla y de picante catara, armonizadas respectivamente con los vinos espumante (Ricadonna Asti, DOC Italia), oporto (Borges Rubí, DOC Portugal), bonarda (Trapiche Broquel, 2012, Argentina) y con los rones venezolanos extra añejo Santa Teresa Linaje, añejo Carúpano Oro reserva 12 años y el extra añejo Diplomático Reserva convirtieron una tarde didáctica en un club de endorfinas.
Yo quedé enamorada del cóctel de bienvenida. Fue una maravilla cremosa, elaborada con base de ponche de crema, chocolate blanco, ralladura de naranja y canela. Esto tiene que repetirse.
Para pensar con el café: Si eres venezolano seguro que asocias el Toronto con chocolate. Confieso que yo también, y lo adoro. Pero mientras más aprendo sobre el cacao más aprecio el increíble esfuerzo que están haciendo los chocolateros venezolanos por desarrollar marcas, tabletas y bombones de excelente calidad, y tanta es que no paran de ser premiados en el exterior. ¿Les suena El Rey, Francheschi, Paria, Mantuano? ¿Qué tal si empezamos a aplaudirlos puertas adentro?
Fuente: http://www.correodelcaroni.com/