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"Helen Chocolate" vive en Madrid

«Helen Chocolate» vive en Madrid

Helen Chocolate 1

Por esfuerzo propio, la venezolana Helen López se ha convertido en embajadora del cacao venezolano. En menos de dos años, ha presentado el producto a más de mil españoles, ha realizado catas y talleres para adultos y niños, ha dirigido eventos benéficos y ha organizado charlas con las conocidas chefs chocolateras, la venezolana María Fernanda Di Giacobbe y la francesa Chloé Doutre.
El arraigo de Helen López con su país tiene semilla: la del cacao. Desde hace años, esta venezolana residente en Madrid se ha dedicado a una labor aromática, deliciosa e importante: difundir la excelente calidad del cacao venezolano en España. Lo hace a través de distintas actividades, organizadas con la experiencia que le da ser periodista especializada en Gastronomía y conociendo, tras ocho años de vivir en España, la promoción que ese país hace de sus productos emblemáticos.

Por esfuerzo propio, se ha convertido en una verdadera embajadora del cacao venezolano en España. Y ha logrado tanta vinculación con este magnífico producto venezolano que los españoles ya la llaman «Helen Chocolate», alias que a ella le agrada y que planea convertirlo en su marca personal.

– ¿Cómo empezaste a promocionar el cacao venezolano?

– Como muchos venezolanos, tenía la costumbre de regalar chocolates hechos en el país a los amigos que vivían en el exterior. Me parecía hermoso llegar a una casa con un trío de tabletas de colores de los antiguos empaques de Chocolates El Rey, una marca con la que crecí pues el autobús que me traía de la piscina a la casa pasaba por la fábrica ubicada en Guacaipuro de la que se desprendía un maravilloso aroma. Llevo ocho años en Madrid trabajando como periodista de gastronomía y aprendiendo de la promoción que hacen de sus productos, de cómo los españoles van a ferias por el mundo enseñando sus emblemas como el aceite de oliva, así que varias veces contacté a empresas en Venezuela ofreciéndome como embajadora pero no pasó nada.

Hice lo mismo con Jorge Redmond, de Chocolates El Rey, a quien conocí en un viaje a Caracas, con la familia Franceschi y con representantes de Chocolates Paria, pero todos coincidían en que, al no tener presencia de sus productos aquí, por la complejidades de la exportación, las actividades que se hicieran generarían expectativas que luego no se podrían cubrir. Al volver a Madrid decidí convertir eso en una fortaleza y hacer catas de chocolates que no se pudieran conseguir en el mercado. Así comencé a hacer degustaciones con chocolates que me traían mis amigos, me alié con la tienda del aeropuerto de Maiquetía y les hacía los pedidos, de manera que cuando alguien venía a Madrid, los buscaba. De esa manera además me aseguraba que no sufrieran cambios de temperatura y que llegaran en buen estado.

– ¿Cómo enfocas la presentación del cacao venezolano a los españoles?

– España tiene una larga tradición chocolatera que además la vincula históricamente con Venezuela. Las catas dirigidas al público español son una invitación a retomar ese lazo. Les hablo de las maravillas del cacao venezolano y especialmente de por qué he decidido defenderlo a título personal. Si bien algunas empresas me han apoyado ha sido una iniciativa mía y tiene que ver con la necesidad de hablar de Venezuela en términos positivos, lo que resulta algo cada vez más difícil. Para mí, redescubrir el cacao y la industria chocolatera ha sido una manera de llenarme de esperanzas. Fuimos el primer exportador de cacao del mundo, eso no se nos puede olvidar, ahora podemos ser el que ofrezca la mayor cantidad de cacaos finos a una industria que cada vez más demanda «orígenes». Fuimos pioneros, con empresas como El Rey, en colocar el nombre de la cepa del cacao en las etiquetas, por eso somos el país que más palabras ha aportado a la industria chocolatera mundial. En una feria de chocolate, en cualquier lugar, están presentes nombres como Ocumare, Carenero, Choroní, Chuao… Ahora tenemos mucho trabajo por delante en recuperar esa fortaleza pero eso sólo es posible si el gobierno lo permite pues cada vez son mayores las trabas para exportar cacao. De hecho ahora lleva cuatro meses atrapado en los puertos de salida, en Venezuela.

– ¿Qué tipo de actividades haces?

– Hago catas de chocolates de Venezuela, en las que doy a probar productos que se han ganado premios mundiales como Icoa e Irapa de El Rey y Sur del Lago y Canoabo de Franceschi. También más artesanales como Mis Poemas; otros que sigan la tendencia del «bean to bar» o «del grano a la tableta» como los de Cacao de Origen; con larga tradición como Chocolates Paria e, incluso, a veces corro con la suerte de traer frescos los bombones de Arcay de los que ¡el relleno de parchita causa sensación! Ahora quiero probar algunos nuevos como los de Canoabo de la Hacienda Cayetano, la nueva edición de Mantuano, los Kirikire y los de Tisano así que, si alguien viene por Madrid y los trae ¡se lo agradecería enormemente!

Además, he desarrollado una cata de chocolates de otros países a la que llamo «La vuelta al mundo en ocho chocolates» pues he podido ir a ferias en Europa y conocer a chocolateros de países como Vietnam, Letonia, Hungría, Perú y Ecuador cuyas tabletas tampoco se venden aquí. Me he convertido en una «cazadora de chocolates finos» y para usarlas en mis catas los consigo por Internet o me valgo de mis amigos. Hay chocolates que pisan varios países hasta llegar a mis manos y creo que eso le da un toque único a estas experiencias.

También hago talleres para niños y adultos en los que cada cual diseña su propia tableta, las saboriza a su manera y además le crea su empaque. Uso discos de chocolates El Rey que compro de un lote que se pudo exportar a Inglaterra. En ocasiones los ofrezco de manera gratuita a los niños de la biblioteca pública de la zona en la que vivo y suele ser una experiencia muy gratificante. Valoro mucho la experiencia con niños porque tienen un paladar privilegiado además me hace ilusión que vinculen, como yo, su infancia con el sabor de un buen chocolate.

Por otro lado, he tenido la suerte de invitar a la gente que más admiro para que ofrezcan conferencias aquí, como la venezolana María Fernanda di Giacobbe y la francesa Chloé Doutre, eventos que fueron muy exitosos. Hasta ahora lo he hecho con mis ahorros pero estoy trabajando para conseguir un patrocinante y poder inaugurar «Conversaciones de chocolate» con las personalidades más relevantes de este mundo.

– ¿Cuántas actividades has hecho y en cuánto tiempo?

– Llevo casi dos años a tope con catas a las que han asistido casi mil personas. También hago actividades benéficas para fundaciones españolas como Música en Vena que lleva música en vivo a los hospitales o para la recolección de juguetes para los niños del Hospital El Algodonal de Caracas. Aprovecho para reiterar que estoy a la orden para la fundación que me quiera llamar. Creé las «Chocolatadas Solidarias» que consistían en cambiar chocolate a la taza por medicinas para llevar a Venezuela. En algunas ocasiones más de cien personas realizaron ese «trueque». Se formó una cadena con la que conseguimos enviar unas tres mil cajas de medicamentos. También he subastado tabletas de chocolate venezolano con fines benéficos. Me copié de la famosa subasta de la trufa blanca que hacen todos los años en Madrid Fusión y he tenido el gusto de ver cómo daban 120 euros por un San Joaquín donada por Chocolates El Rey. Por cierto, esa tableta se la llevó la sobrina del famoso pintor Sorolla.

– ¿Cuáles cepas les atrae más a los españoles? ¿No rechazan las muy intensas?

– Llegan a las catas con la idea de que el chocolate blanco es malo y el chocolate negro es bueno pero muy amargo, entonces suelo comenzar con el Icoa de Chocolates El Rey que fue considerado como el mejor chocolate blanco del mundo en los International Chocolate Awards y terminar con el Canoabo de Franceschi, premiado en la categoría de los oscuros. Eso les cambia bastante la percepción del mundo del chocolate. Si bien es cierto que España es un país chocolatero, de hecho está presente en sus hábitos de vida como con el famoso «chocolate con churros», hay un camino muy interesante para que comiencen a apreciarlo y se den cuenta que hasta la chocolatería más famosa de la ciudad lo que les da es leche con mucha harina, mucha azúcar y un poco de cacao del que nadie sabe su procedencia. Han sido bastante receptivos, especialmente los niños que comienzan a leer las etiquetas de lo que consiguen en los supermercados y a divertirse identificando lo que es y lo que no es chocolate.

– ¿Cuáles son los próximos proyectos?

– Cada vez que doy mi teléfono la gente lo guarda como «Helen Chocolate» así que estoy trabajando en esa nueva identidad, una marca personal con la que me identifico y me gusta. Así que pronto sacaré mi web dedicada a recoger y dar a conocer este trabajo y que además me obligará a profundizar en una subespecialización del periodismo gastronómico más vinculado al chocolate. También acabo de cerrar un acuerdo con una de las pastelerías más exitosas de Madrid, Mama Framboise, para hacer mis catas en sus instalaciones, de esta manera se convierten en un sitio donde además de comer rica pastelería se puede aprender de chocolate. He incluido en mis catas cuatro de sus bombones, diseñados por el pastelero asturiano Alejandro Montes y la idea es ayudarlos a que, tal como ocurre en Kakao en Caracas, los clientes se pidan un café y decidan acompañarlo con un bombón, en este caso hecho con chocolate de origen Venezuela, Ecuador, Ghana o Perú. Los dueños son venezolanos y asturianos y estamos dispuestos aprender mutuamente mientras fomentamos el conocimiento y el amor por el mundo del chocolate. Además yo tendré el privilegiado de hacer lo que más me gusta con un marco maravilloso, pues será en la sede de Mama Framboise de Platea, una de las ferias de gastronomía más espectaculares de la llamada «mica de oro» de Madrid.

– ¿Crees que el cacao venezolano llegue a ser tan conocido por los españoles como el ron?

– El cacao venezolano es bastante más conocido de lo que pensamos. A Chuao le dicen por aquí «el pata negra de los cacaos»; Valrhona, el chocolate con el que trabajan muchos chocolateros españoles como Oriol Balaguer tiene varios productos con origen venezolano; la mayoría de los chocolateros franceses tienen una tableta con cacao venezolano que anuncian con orgullo desde Bernarchon, Pierre Marcolini o Francois Pralus, lo mismo ocurre en Italia y en Bélgica. Lo que falta es que se potencie y se facilite su exportación para que se vuelva a consumir en Europa como se hacía hace años. He sido invitada a la Universidad Politécnica de Madrid a dar catas de chocolates venezolanos en la Escuela de Agronomía y hay mucho interés por generar iniciativas de «bean to bar» con cacao venezolano. Así que si este tema se entiende y comienza a ser importante para el desarrollo del país digamos que las puertas están más que abiertas. Mi trabajo es ayudar a que el cacao venezolano se mantenga en la mente de los posibles consumidores y hasta en los venezolanos que están por aquí. Mi esperanza es que el día que se comience a exportar de manera regular ya tenga la alfombra roja para recibirle.

Como se ve, las ideas de «Helen Chocolate» para promover el cacao venezolano son tan variadas y ricas como cepas y productos existen y su voluntad es tan intensa como el aroma y sabor del cacao criollo. Por su cuenta de Instagram (@helenlopezv) se puede conocer lo mucho que hace.

Fuente: El Universal

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"Helen Chocolate" vive en Madrid

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Por esfuerzo propio, la venezolana Helen López se ha convertido en embajadora del cacao venezolano. En menos de dos años, ha presentado el producto a más de mil españoles, ha realizado catas y talleres para adultos y niños, ha dirigido eventos benéficos y ha organizado charlas con las conocidas chefs chocolateras, la venezolana María Fernanda Di Giacobbe y la francesa Chloé Doutre.
El arraigo de Helen López con su país tiene semilla: la del cacao. Desde hace años, esta venezolana residente en Madrid se ha dedicado a una labor aromática, deliciosa e importante: difundir la excelente calidad del cacao venezolano en España. Lo hace a través de distintas actividades, organizadas con la experiencia que le da ser periodista especializada en Gastronomía y conociendo, tras ocho años de vivir en España, la promoción que ese país hace de sus productos emblemáticos.

Por esfuerzo propio, se ha convertido en una verdadera embajadora del cacao venezolano en España. Y ha logrado tanta vinculación con este magnífico producto venezolano que los españoles ya la llaman «Helen Chocolate», alias que a ella le agrada y que planea convertirlo en su marca personal.

– ¿Cómo empezaste a promocionar el cacao venezolano?

– Como muchos venezolanos, tenía la costumbre de regalar chocolates hechos en el país a los amigos que vivían en el exterior. Me parecía hermoso llegar a una casa con un trío de tabletas de colores de los antiguos empaques de Chocolates El Rey, una marca con la que crecí pues el autobús que me traía de la piscina a la casa pasaba por la fábrica ubicada en Guacaipuro de la que se desprendía un maravilloso aroma. Llevo ocho años en Madrid trabajando como periodista de gastronomía y aprendiendo de la promoción que hacen de sus productos, de cómo los españoles van a ferias por el mundo enseñando sus emblemas como el aceite de oliva, así que varias veces contacté a empresas en Venezuela ofreciéndome como embajadora pero no pasó nada.

Hice lo mismo con Jorge Redmond, de Chocolates El Rey, a quien conocí en un viaje a Caracas, con la familia Franceschi y con representantes de Chocolates Paria, pero todos coincidían en que, al no tener presencia de sus productos aquí, por la complejidades de la exportación, las actividades que se hicieran generarían expectativas que luego no se podrían cubrir. Al volver a Madrid decidí convertir eso en una fortaleza y hacer catas de chocolates que no se pudieran conseguir en el mercado. Así comencé a hacer degustaciones con chocolates que me traían mis amigos, me alié con la tienda del aeropuerto de Maiquetía y les hacía los pedidos, de manera que cuando alguien venía a Madrid, los buscaba. De esa manera además me aseguraba que no sufrieran cambios de temperatura y que llegaran en buen estado.

– ¿Cómo enfocas la presentación del cacao venezolano a los españoles?

– España tiene una larga tradición chocolatera que además la vincula históricamente con Venezuela. Las catas dirigidas al público español son una invitación a retomar ese lazo. Les hablo de las maravillas del cacao venezolano y especialmente de por qué he decidido defenderlo a título personal. Si bien algunas empresas me han apoyado ha sido una iniciativa mía y tiene que ver con la necesidad de hablar de Venezuela en términos positivos, lo que resulta algo cada vez más difícil. Para mí, redescubrir el cacao y la industria chocolatera ha sido una manera de llenarme de esperanzas. Fuimos el primer exportador de cacao del mundo, eso no se nos puede olvidar, ahora podemos ser el que ofrezca la mayor cantidad de cacaos finos a una industria que cada vez más demanda «orígenes». Fuimos pioneros, con empresas como El Rey, en colocar el nombre de la cepa del cacao en las etiquetas, por eso somos el país que más palabras ha aportado a la industria chocolatera mundial. En una feria de chocolate, en cualquier lugar, están presentes nombres como Ocumare, Carenero, Choroní, Chuao… Ahora tenemos mucho trabajo por delante en recuperar esa fortaleza pero eso sólo es posible si el gobierno lo permite pues cada vez son mayores las trabas para exportar cacao. De hecho ahora lleva cuatro meses atrapado en los puertos de salida, en Venezuela.

– ¿Qué tipo de actividades haces?

– Hago catas de chocolates de Venezuela, en las que doy a probar productos que se han ganado premios mundiales como Icoa e Irapa de El Rey y Sur del Lago y Canoabo de Franceschi. También más artesanales como Mis Poemas; otros que sigan la tendencia del «bean to bar» o «del grano a la tableta» como los de Cacao de Origen; con larga tradición como Chocolates Paria e, incluso, a veces corro con la suerte de traer frescos los bombones de Arcay de los que ¡el relleno de parchita causa sensación! Ahora quiero probar algunos nuevos como los de Canoabo de la Hacienda Cayetano, la nueva edición de Mantuano, los Kirikire y los de Tisano así que, si alguien viene por Madrid y los trae ¡se lo agradecería enormemente!

Además, he desarrollado una cata de chocolates de otros países a la que llamo «La vuelta al mundo en ocho chocolates» pues he podido ir a ferias en Europa y conocer a chocolateros de países como Vietnam, Letonia, Hungría, Perú y Ecuador cuyas tabletas tampoco se venden aquí. Me he convertido en una «cazadora de chocolates finos» y para usarlas en mis catas los consigo por Internet o me valgo de mis amigos. Hay chocolates que pisan varios países hasta llegar a mis manos y creo que eso le da un toque único a estas experiencias.

También hago talleres para niños y adultos en los que cada cual diseña su propia tableta, las saboriza a su manera y además le crea su empaque. Uso discos de chocolates El Rey que compro de un lote que se pudo exportar a Inglaterra. En ocasiones los ofrezco de manera gratuita a los niños de la biblioteca pública de la zona en la que vivo y suele ser una experiencia muy gratificante. Valoro mucho la experiencia con niños porque tienen un paladar privilegiado además me hace ilusión que vinculen, como yo, su infancia con el sabor de un buen chocolate.

Por otro lado, he tenido la suerte de invitar a la gente que más admiro para que ofrezcan conferencias aquí, como la venezolana María Fernanda di Giacobbe y la francesa Chloé Doutre, eventos que fueron muy exitosos. Hasta ahora lo he hecho con mis ahorros pero estoy trabajando para conseguir un patrocinante y poder inaugurar «Conversaciones de chocolate» con las personalidades más relevantes de este mundo.

– ¿Cuántas actividades has hecho y en cuánto tiempo?

– Llevo casi dos años a tope con catas a las que han asistido casi mil personas. También hago actividades benéficas para fundaciones españolas como Música en Vena que lleva música en vivo a los hospitales o para la recolección de juguetes para los niños del Hospital El Algodonal de Caracas. Aprovecho para reiterar que estoy a la orden para la fundación que me quiera llamar. Creé las «Chocolatadas Solidarias» que consistían en cambiar chocolate a la taza por medicinas para llevar a Venezuela. En algunas ocasiones más de cien personas realizaron ese «trueque». Se formó una cadena con la que conseguimos enviar unas tres mil cajas de medicamentos. También he subastado tabletas de chocolate venezolano con fines benéficos. Me copié de la famosa subasta de la trufa blanca que hacen todos los años en Madrid Fusión y he tenido el gusto de ver cómo daban 120 euros por un San Joaquín donada por Chocolates El Rey. Por cierto, esa tableta se la llevó la sobrina del famoso pintor Sorolla.

– ¿Cuáles cepas les atrae más a los españoles? ¿No rechazan las muy intensas?

– Llegan a las catas con la idea de que el chocolate blanco es malo y el chocolate negro es bueno pero muy amargo, entonces suelo comenzar con el Icoa de Chocolates El Rey que fue considerado como el mejor chocolate blanco del mundo en los International Chocolate Awards y terminar con el Canoabo de Franceschi, premiado en la categoría de los oscuros. Eso les cambia bastante la percepción del mundo del chocolate. Si bien es cierto que España es un país chocolatero, de hecho está presente en sus hábitos de vida como con el famoso «chocolate con churros», hay un camino muy interesante para que comiencen a apreciarlo y se den cuenta que hasta la chocolatería más famosa de la ciudad lo que les da es leche con mucha harina, mucha azúcar y un poco de cacao del que nadie sabe su procedencia. Han sido bastante receptivos, especialmente los niños que comienzan a leer las etiquetas de lo que consiguen en los supermercados y a divertirse identificando lo que es y lo que no es chocolate.

– ¿Cuáles son los próximos proyectos?

– Cada vez que doy mi teléfono la gente lo guarda como «Helen Chocolate» así que estoy trabajando en esa nueva identidad, una marca personal con la que me identifico y me gusta. Así que pronto sacaré mi web dedicada a recoger y dar a conocer este trabajo y que además me obligará a profundizar en una subespecialización del periodismo gastronómico más vinculado al chocolate. También acabo de cerrar un acuerdo con una de las pastelerías más exitosas de Madrid, Mama Framboise, para hacer mis catas en sus instalaciones, de esta manera se convierten en un sitio donde además de comer rica pastelería se puede aprender de chocolate. He incluido en mis catas cuatro de sus bombones, diseñados por el pastelero asturiano Alejandro Montes y la idea es ayudarlos a que, tal como ocurre en Kakao en Caracas, los clientes se pidan un café y decidan acompañarlo con un bombón, en este caso hecho con chocolate de origen Venezuela, Ecuador, Ghana o Perú. Los dueños son venezolanos y asturianos y estamos dispuestos aprender mutuamente mientras fomentamos el conocimiento y el amor por el mundo del chocolate. Además yo tendré el privilegiado de hacer lo que más me gusta con un marco maravilloso, pues será en la sede de Mama Framboise de Platea, una de las ferias de gastronomía más espectaculares de la llamada «mica de oro» de Madrid.

– ¿Crees que el cacao venezolano llegue a ser tan conocido por los españoles como el ron?

– El cacao venezolano es bastante más conocido de lo que pensamos. A Chuao le dicen por aquí «el pata negra de los cacaos»; Valrhona, el chocolate con el que trabajan muchos chocolateros españoles como Oriol Balaguer tiene varios productos con origen venezolano; la mayoría de los chocolateros franceses tienen una tableta con cacao venezolano que anuncian con orgullo desde Bernarchon, Pierre Marcolini o Francois Pralus, lo mismo ocurre en Italia y en Bélgica. Lo que falta es que se potencie y se facilite su exportación para que se vuelva a consumir en Europa como se hacía hace años. He sido invitada a la Universidad Politécnica de Madrid a dar catas de chocolates venezolanos en la Escuela de Agronomía y hay mucho interés por generar iniciativas de «bean to bar» con cacao venezolano. Así que si este tema se entiende y comienza a ser importante para el desarrollo del país digamos que las puertas están más que abiertas. Mi trabajo es ayudar a que el cacao venezolano se mantenga en la mente de los posibles consumidores y hasta en los venezolanos que están por aquí. Mi esperanza es que el día que se comience a exportar de manera regular ya tenga la alfombra roja para recibirle.

Como se ve, las ideas de «Helen Chocolate» para promover el cacao venezolano son tan variadas y ricas como cepas y productos existen y su voluntad es tan intensa como el aroma y sabor del cacao criollo. Por su cuenta de Instagram (@helenlopezv) se puede conocer lo mucho que hace.

Fuente: El Universal

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