Hace muchos años que conozco y soy aficionado a la cocina venezolana y me agrada ver cómo cada vez más van proliferando en Madrid algunos restaurantes de ese país.
En entradas anteriores ya hablé de El Güero cuyo menú del día sigue siendo una de mis visitas obligadas cada cierto tiempo y de La Candelita, más moderno y al que suelo ir más a la hora de las copas.
Hace algún tiempo que había escuchado hablar de Antojos Araguaney y sus diferentes tiendas de productos gourmet y tenía curiosidad por conocer el restaurante, por lo que el fin de semana pasado y aprovechando que lo vi en El Tenedor con un 30% de descuento decidimos ir a visitarlo.
El restaurante Antojos Araguaney Grill se encuentro situado en una calle poco transitada al final de Padre Damián pero muy cerca de restaurantes como La Bomba bistrot. Nosotros por la noche pudimos aparcar en la propia puerta.
El local es bonito por fuera y en su interior presenta un estilo rústico con dos salones diferentes, uno principal más amplio en el que las mesas para dos personas no convencen demasiado y uno más pequeño al entrar donde se encuentra la barra y donde conseguimos que nos diesen una mesa amplia ya que la primera opción que nos ofrecieron era una mesa pequeña entre la puerta del local y el baño. Mesas con mantel aunque nos comentaron que iban a hacer cambios y los iban a quitar.
Hace pocos meses que cuentan con la chef venezolana Adnaloy Osío y acababan de estrenar carta para darle un toque más creativo a la misma.
Comenzamos con los clásicos tequeños que venían acompañados de un chutney de tomate, pimiento a la brasa y albahaca que le da un toque curioso. Para el que no los conozca, los tequeños son bastoncitos de harina de trigo rellenos de queso que se sirven calientes.
Seguimos con las arepitas de pernil, que nos comentó la chef que suelen comerse en las casas venezolanas el día de Navidad aprovechando el asado del día anterior. Las sirven con un cremoso de aguacate acompañado de nata y ají amarillo picante. Riquísimas.
Terminamos la primera fase con un crujiente de pabellón criollo que consiste en una deconstrucción del plato nacional que representa el mestizaje venezolano. Lo presentan con un bollito de plátano relleno de carne desmechada y queso guayanés acompañado de caraotas y queso blanco rallado.
El grill es el santo y seña de la casa y nos recomendaron pedir para compartir el Cote de Boeuf de carne de Angus. Lo que viene siendo un kilo de chuletón, perfecto de punto y sabor y que viene acompañado de dos salsas caseras para la carne. Pedimos media ración de yuca frita que estaba muy buen también.
Si bien la carne está perfecta me quedé con ganas de haber pedido algún plato principal mas autóctono por lo que el asado negro o el calamar de potera con carbón de yuca tendrán que esperar a la siguiente visita.
En la parte dulce, tienen 3 postres: un pie de lima, un golfeado caraqueño y nuestra elección, la marquesa de Nutella con una base de tarta de galletas, mousse de Nutella y plátano caramelizado. Dulce y rico.
La carta de vinos es muy corta con todos los vinos en torno a los 16-18 Euros. Además para los amantes de los cócteles tienen las llamadas guarapitas, a base de papelón, lima y ron. Son dulces pero al estar granizadas son frescas.
El servicio algo desorientado al principio con la ubicación pero fue de menos a más y resultó agradable y la presencia en sala dela propia chef presentando algunos platos y explicando la historia de los mismos siempre mejora la experiencia.
El precio de la cena con vino y postre estuvo en torno a 35 Euros por persona lo que me parece una muy buena relación calidad precio teniendo en cuenta la calidad del producto.
Un restaurante interesante para ir a probar platos venezolanos, darse un homenaje carnívoro o ambos como fue nuestro caso y que quizá recomendaría para grupos de cuatro personas o más tanto para poder compartir más cosas como por la ubicación de las mesas.
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